Compartir:

Huelga general y manifestación multitudinaria. Tras una nueva noche de barricadas y cargas policiales, los independentistas catalanes culminan este viernes en Barcelona una intensa semana de protestas contra la condena de nueve de sus líderes a duras penas de cárcel.

Los efectos de la huelga eran bien visibles en Barcelona, la ciudad más turística de España: poco tráfico rodado en el centro, servicios mínimos en transportes públicos y colegios, y lugares icónicos cerrados, como el Teatro del Liceo, por 'causa mayor', y el Mercado de la Boquería, junto a las Ramblas, donde apenas abrieron comercios.

En el aeropuerto, 55 vuelos fueron anulados, según el gobierno español, e igualmente los manifestantes cortaron en ambos sentidos la frontera terrestre entre España y Francia, al bloquear la autopista AP7. También estaba cerrada la fábrica de coches de SEAT en Martorell, donde trabajan más de 6.500 personas.

Y hasta el mundo del fútbol se ha visto salpicado por la tensión: el clásico Barça-Real Madrid, previsto en el Camp Nou el sábado 26 de octubre, será aplazado, anunció la federación.

La jornada será intensa en Barcelona, ya que además de la huelga, pasado el mediodía convergerán aquí cinco marchas procedentes de otras tantas ciudades catalanas, y a las cinco de la tarde (15H00 GMT) habrá una gran manifestación.

Las calles de Cataluña están en ebullición desde que el lunes el Tribunal Supremo español impuso penas de entre 9 y 13 años de cárcel a nueve líderes independentistas, implicados en el intento fallido de secesión de 2017.

'Son presos políticos. Y estoy muy enfadada', decía en La Boquería Susana Medialdea, una empleada de una tienda de aceitunas, de 53 años, que aboga por un referendo de autodeterminación vinculante.

'Algo está pasando en esta región desde hace más de 7 años, no son cuatro chalados' los que quieren la secesión, explica. 'Cuando el gobierno español dice que el movimiento independentista está derrotado, digo: pues que ponga las urnas y quedará demostrado, ¿cuál es su miedo?'.

 Barricadas y cócteles molotov

Las manifestaciones contra la sentencia comenzaron de inmediato, y tomaron en Barcelona y otras ciudadades catalanas un cariz violento que supone una novedad en el movimiento independentista, orgulloso hasta ahora de su carácter pacífico.

Las tres últimas noches en Barcelona, cientos de jóvenes con las caras tapadas montaron barricadas ardiendo en el lujoso Paseo de Gracia y calles aledañas, se enfrentaron a la policía con cócteles molotov y ácido, e incluso la noche del jueves saquearon una sucursal bancaria y una tienda de ropa, según la policía catalana, Mossos d'Esquadra, que tuvo que cargar con pelotas de espuma.

En total, 36 personas precisaron atención médica el jueves en Barcelona, según los servicios de emergencias.

Los incidentes arrancaron el mismo lunes, cuando unos 10.000 manifestantes bloquearon parcialmente el aeropuerto barcelonés, y desde entonces hubo cerca de 110 detenidos en toda Cataluña, 11 de ellos la noche del jueves, según fuentes oficiales. Siete están en prisión preventiva.

'Soy catalana catalana, pero este proyecto independentista no lo comparto en absoluto, la gente se deja manipular, y la juventud más. Son siete años de mentiras' por parte del separatismo, protestaba en Barcelona Carmen Isern, una mujer de 75 años cuyos hijos sí estaban haciendo huelga este viernes.

La huelga ha sido criticada por diversas organizaciones patronales o de comerciantes, por su impacto en la economía catalana, y por el gobierno español.

'El daño económico que se le está haciendo a Cataluña ya es importante', criticó la vicepresidenta del ejecutivo socialista, Carmen Calvo.

 El presidente catalán, bajo presión

La crisis en Cataluña se produce a pocas semanas de las elecciones legislativas del 10 de noviembre en España, y ha puesto bajo presión al presidente del gobierno socialista saliente, Pedro Sánchez, a quien la oposición de derecha le reclama medidas contundentes.

También se encuentra bajo fuerte presión el gobierno independentista catalán, que al tiempo que ha alentado las protestas contra la sentencia del Supremo -calificada de 'aberrante' e 'injusta'- ha enviado a su policía, los Mossos, a reprimir las manifestaciones violentas.

Una tensión que el presidente catalán, Quim Torra, ha intentado capear, afirmando que seguirá 'hablando del ejercicio del derecho de autodeterminación, con las consecuencias que eso implique', como dijo la noche del jueves a la televisión catalana, TV3.