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Tras una nueva noche de violencia callejera en Barcelona, miles de estudiantes se manifestaron este jueves en la capital catalana, en el cuarto día de movilización contra la condena a prisión de nueve líderes separatistas.

Mientras Barcelona mostraba las cicatrices de una segunda noche de disturbios, con vehículos calcinados en algunas calles, el gobierno y autoridades locales informaban de cortes de carreteras por protestas o neumáticos en llamas en distintos puntos de Cataluña.

La 'desobediencia civil' se desató tras la condena el lunes a nueve dirigentes independentistas a penas de hasta 13 años de cárcel, por su implicación en la tentativa de secesión en 2017.

La movilización tendrá su punto culminante el viernes, cuando confluyan en Barcelona cinco marchas procedentes de otras tantas ciudades catalanas, coincidiendo con una concentración multitudinaria y una huelga general.

Mientras tanto, este jueves se celebraba una huelga estudiantil, y 25.000 jóvenes se manifestaron a mediodía en el centro de Barcelona, según la policía municipal. Algunos lanzaron huevos y papel higiénico a los agentes.

'Me manifesto en contra de la sentencia injusta contra nuestros líderes, contra la represión y porque no nos dejan votar en un referéndum' de autodeterminación, dijo a AFP Xenia Cabeza, una chica de 18 años.

La movilización seguirá este jueves noche en Barcelona, con una concentración convocada por los Comités de Defensa de la República (CDR), los mismos grupos radicales organizados a nivel de barrios, pueblos y ciudades, que convocaron la protestas del miércoles.

La manifestación del miércoles marcó una escalada en Barcelona, cuando jóvenes con la cara tapada se enfrentaron a la policía con cócteles molotov y 'objetos con ácido', según las autoridades. Incluso intentaron sin éxito alcanzar con artefactos pirotécnicos un helicóptero de la policía.

Ya el martes, Barcelona había vivido escenas de guerrilla urbana contra las fuerzas del orden, tras una manifestación pacífica de miles de personas. Y el lunes hubo unos primeros altercados cuando miles de personas bloquearon parte del aeropuerto barcelonés, el segundo más importante de España.

El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, indicó que sólo el martes el mobiliario urbano de Barcelona sufrió daños por valor de 627.000 euros.

Según él, desde el inicio de las protestas hubo 97 detenidos en Cataluña, y 194 agentes de policía resultaron heridos.

Sólo el miércoles, 96 personas debieron recibir asistencia médica en cuatro ciudades de la región, de ellas 58 en Barcelona, anunciaron los servicios sanitarios.

'Se están viviendo episodios de gran violencia en Cataluña, protagonizados por grupos minoritarios pero perfectamente organizados', indicó Grande-Marlaska, asegurando que 'no habrá impunidad' con los violentos.

 Cautela del gobierno

El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, envió refuerzos policiales a Cataluña y encabezó este jueves un comité de coordinación de la situación.

A poco más de tres semanas para las elecciones legislativas del 10 de noviembre, los líderes de la derecha y la centroderecha, a quienes Sánchez recibió el miércoles, le exigen tomar medidas extraordinarias, como asumir totalmente las competencias en materia de seguridad en Cataluña o incluso intervenir su autonomía, como ocurrió en 2017 tras la tentativa de secesión.

'Hemos visto a un gobierno superado, sobrepasado y desnortado con la situación que se está viviendo en Cataluña', denunció Teodoro García Egea, secretario general del conservador Partido Popular.

Nacidos de la frustración dos años después del fracasado intento de secesión que dejó a los separatistas sin rumbo claro, los hechos violentos muestran una radicalización de una parte del movimiento independentista, que se vanagloriaba de haber sido hasta ahora pacífico.