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El gobierno español preparaba este miércoles su respuesta a las escenas de guerrilla urbana en Barcelona, que marcaron una radicalización de las protestas en Cataluña tras la condena a dirigentes independentistas por la fallida secesión en 2017.

En la tercera jornada de manifestaciones en esta rica región nororiental de 7,5 millones de habitantes, miles de personas comenzaron a marchar desde cinco ciudades catalanas para converger en Barcelona el viernes, cuando tendrá lugar una huelga general y una concentración multitudinaria.

Un día después de los disturbios de la noche del martes, se prevén nuevas movilizaciones para la tarde del miércoles.

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Tras condenar la violencia 'generalizada' y aparentemente coordinada en Barcelona y otras ciudades catalanas, el gobierno del socialista Pedro Sánchez convocó a los líderes de los principales partidos para consultar la respuesta a dar.

Sánchez, quien en días pasados evocó la posibilidad de intervenir la autonomía regional como ya hizo la derecha en 2017 tras la fallida secesión, 'no descarta ningún escenario' y actuará con 'firmeza' y 'proporcionalidad', según fuentes del gobierno.

A la salida de su encuentro en el palacio de gobierno en Madrid, el líder del conservador Partido Popular, Pablo Casado exigió una serie de medidas excepcionales, entre ellas aplicar la Ley de Seguridad Nacional, que pondría en manos del Estado las competencias en materia de seguridad de Cataluña.

A poco más de tres semanas de las elecciones legislativas del 10 de noviembre, las cuartas en igual número de años, Cataluña volvió al centro del debate político en España.

Las tensiones podrían incluso impactar el Clásico entre el Real Madrid y el Barcelona del 26 de octubre, que LaLiga de fútbol pidió que se traslade de Barcelona a Madrid ante las 'circunstancias excepcionales' en la región.

'El tema es no parar'

Contenedores ardiendo, barricadas, cargas policiales, manifestantes con la cara tapada: las imágenes de guerrilla urbana en el elegante Paseo de Gracia barcelonés la noche del martes colmaban las tapas de los diarios en España, con titulares como 'Batalla campal'.

En la capital catalana, 40.000 personas participaron en una manifestación antes de estallar los altercados, con cientos de personas, muchos con la cara tapada, lanzando objetos contra la policía. También hubo enfrentamientos en Girona, Tarragona o Lleida.

El lunes tuvieron lugar los primeros altercados con la policía cuando 10.000 personas bloquearon el aeropuerto de Barcelona, horas después de que el Tribunal Supremo anunciara su condena a duras penas de prisión por nueve separatistas, entre ellos el exvicepresidente regional Oriol Junqueras.

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Según el ministerio de Interior español, 51 personas fueron detenidas en los hechos violentos, que llevaron a 125 personas a requerir asistencia médica, según fuentes sanitarias.

Mientras se registraban nuevos cortes de rutas y de vías férreas, desde cinco ciudades catalanes partieron las 'marchas por la libertad', para llegar a Barcelona el viernes tras recorrer 100 kilómetros.

'Esto es una gran demostración de fuerza. El tema es no parar', dijo a la AFP Jordi Soler, un estudiante de doctorado de 25 años, que salió de Girona. 'Esto es muy pacífico y está bien', aunque 'a veces hay que ser más contundente', apuntó.

A ese marcha se unió el presidente catalán, el independentista Quim Torra, quien evitó pronunciarse sobre los hechos violentos.

'Camino de no retorno'

Nacida de la frustración a dos años del fracasado intento de secesión que dejó a los separatistas sin rumbo claro, los hechos violentos muestran una radicalización de una parte del movimiento independentista, que se vanagloriaba de haber sido hasta ahora pacífico.

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Una pintada de 'Torra traidor' en Barcelona mostraba el distanciamiento entre los activistas más radicales y el gobierno catalán.

'Se ha iniciado un camino de no retorno', indicaron en un comunicado los Comités de Defensa de la República (CDR), grupos auto organizados con expeditivos métodos de protesta.

'No caigamos en la trampa de aquellos que nos quieres desmovilizar con el falso argumento de la violencia', señalaron, llamando al gobierno regional independentista a 'romper con el Estado español'.

El gobierno catalán pidió calma para evitar una reacción de Madrid: 'No les regalemos lo que buscan', dijo su número dos, Pere Aragonés.