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Una española fue detenida el domingo por la noche en el aeropuerto de Nairobi porque llevaba una pulsera de marfil, y tuvo que pagar una multa de 8.700 euros, cuatro días después de la detención de una turista francesa por el mismo motivo, informó el lunes el Servicio keniano de la fauna (KWS).

El Servicio keniano de la fauna precisó que fue detenida en el aeropuerto internacional Jomo Kenyatta 'con una pulsera de marfil que pesaba 25 gramos', antes de volar de Nairobi hacia Dar es Salaam, en Tanzania.

Maria Pich-Aguilera, 50 años, se declaró culpable y pagó una multa de un millón de shillings (8.700 euros) por posesión ilegal de marfil. Pudo partir luego hacia Dar es Salaam, según el KWS.

El miércoles pasado, una francesa también fue detenida en el aeropuerto cuando iba a viajar a Mayotte, por posesión de una pulsera de marfil. También reconoció su culpabilidad y pagó la misma multa.

'Es tal vez legal en otros países, pero aquí no. Es lo que lleva a los cazadores furtivos a darle respuesta a la demanda de marfil', dijo un funcionario del Servicio keniano de la fauna, que pidió el anonimato.

Luego de décadas de caza furtiva, que provocó que la población de elefantes pasara de varios millones a mediados del siglo XX a unos 400.000 en 2015, el comercio de marfil fue prácticamente prohibido en 1989.

Expertos y responsables políticos de más de 180 países están ahora reunidos en Ginebra para reforzar las reglas del comercio de marfil, cuernos de rinoceronte y otros vegetales y animales amenazados de desaparición.

Esta conferencia, que se reúne cada tres años, examinará varias proposiciones sobre los elefantes de Africa.

Varios países de Africa central, occidental y oriental abogan por la inscripción de los elefantes en el Anexo I (el de más protección) de la Convención sobre el comercio internacional de especies de fauna y de flora salvajes amenazadas de extinción (CITES), lo que significaría la prohibición total de la venta de marfil.

Pero varios países de Africa austral, donde la población de elefantes es mayor y mejor protegida, piden el derecho a vender las reservas de marfil registradas que les pertenecen, y afirman que podrían así satisfacer la demanda que lleva a la caza furtiva.