Hace más de 2.000 años que el teatro de sombras chinescas fascina a pequeños y mayores. Pero a pesar de su larga historia, este arte tradicional está amenazado por las mutaciones en la China moderna.
En una pantalla translúcida, un niño se enfrenta al hijo del rey dragón a golpes de lanza. Detrás de la pantalla, los marionetistas manipulan con gracia los personajes gracias a unas varillas, para deleite de los niños que contemplan el espectáculo en una escuela en Pekín.
Las leyendas de antaño siguen siendo la base del teatro de sombras, un espectáculo que sigue siendo muy popular en las zonas rurales pero que, en las últimas décadas, ha perdido terreno en las grandes ciudades.
Creado hace 2.000 años, el teatro de sombras gozó de mucho éxito hasta los años 1960. Muy perjudicado por la ‘Revolución Cultural’, volvió a renacer a principio de los años 1980 y la Unesco lo incluyó en 2011 en el Patrimonio Cultural inmaterial.
Para los chinos, esta técnica es el ancestro del cine: en su idioma, la palabra ‘cine’ se dice ‘sombra eléctrica’.
Como consecuencia de la modernización, esta técnica ancestral va perdiendo poco a poco su público y las compañías tienen cada vez más problemas para sobrevivir.
Secándose el sudor de la frente tras su representación, Lu Baogang es uno de los últimos marionetistas de la vieja generación. Heredero de una gran familia que fundó uno de las principales corrientes del teatro de sombras de Pekín, ha sido testigo de sus cambios.
El gran miedo de este artista de 55 años es que no haya sucesores. 'No podemos ofrecer condiciones de vida decentes a los jóvenes aprendices', se lamenta.