Incansable defensor de los refugiados, el papa Francisco brindó su apoyo el lunes a familias sirias e iraquíes exiliadas en Bulgaria, subrayando las grandes dificultades de quienes 'abandonan su patria y buscan integrarse' en otro país.
En el centro de refugiados de Vrajdebna, en las afueras de Sofía, unos cincuenta refugiados, entre ellos muchos niños pequeños, recibieron un poco intimidados al jefe de la Iglesia católica en su segundo día de visita en el país más pobre de la Unión Europea.
Soad, una iraquí madre de siete hijos albergada en esta escuela reconvertida desde 2013 en centro de refugio temporario para demandantes de asilo, dijo que era 'difícil' vivir 'sin estatuto'.
Pero, 'el Papa puede hacer todo y cambiar todo, porque ayuda a todo el mundo, especialmente a los refugiados', manifestó
Francisco aprecia los encuentros simples e informales con los exiliados de todas las nacionalidades con los que se reúne habitualmente en sus viajes.
En el campamento que visitó el lunes, y que alberga a familias de Irak y Siria, un pequeño coro de niños entonó dos canciones en búlgaro y ofreció luego al Papa dibujos en colores.
El canto de los niños 'aporta alegría en vuestro camino lleno de dolor de haber abandonado vuestra patria para buscar la integración en otro patria', dijo Francisco.
'Hoy en día el mundo de los migrantes y refugiados es un poco una cruz, una cruz de la humanidad, una cruz de sufrimiento para tantas personas', agregó.
La experiencia de muchos refugiados en Bulgaria se parece más bien al camino del combatiente en ese país donde no existe plan de integración de los demandantes de asilo, sólo asistidos por voluntarios y un puñado de asociaciones.
'Esperamos que el Papa inspire en sus anfitriones una actitud positiva de cara a los refugiados', declara Linda Auanis, presidenta del Consejo de Mujeres Refugiadas.