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El presidente francés, Emmanuel Macron, tendió la mano a los 'chalecos amarillos', respondiendo a algunas de sus reivindicaciones, pero más allá de los discursos, su plan para paliar la peor crisis de su presidencia afrontará una primera prueba de fuego hoy en las calles.

Cerca de seis meses después del inicio de este movimiento de protesta inédito, el mandatario galo anunció el jueves una batería de medidas con la que espera apagar la ola de contestación que ha tomado al país y dar un nuevo impulso a su presidencia.

'He escuchado' sus 'inquietudes', aseguró Macron, quien admitió que en ocasiones pudo haberse mostrado 'duro' con los franceses, muchos de los cuales denuncian una pérdida del poder adquisitivo y un sistema fiscal injusto que favorece a los más ricos. Como prueba de ello, prometió una 'significativa' reducción de impuestos para las clases medias y la indexación de las pensiones inferiores a 2.000 euros mensuales con la inflación, dos de las principales reivindicaciones de los 'chalecos amarillos'.