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También aprovechó para criticar la codicia y el poder, y que haya familias que se vean 'destruidas por la traición, por las seducciones del maligno' o por el egoísmo.

Jorge Bergoglio citó como las cruces del mundo la 'de las personas hambrientas de pan y de amor', la de las personas 'abandonadas incluso por sus propios hijos y parientes', la de los 'pueblos sedientos de justicia y paz' y la de 'las personas que no tienen el consuelo de la fe'.

El papa siguió lamentando otras situaciones e injusticias y habló de los 'ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad', dy e los niños 'heridos en su inocencia y en su pureza'.

Criticó 'la humanidad que vaga en la oscuridad de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura del momento', y deploró que haya personas que sean rechazadas y marginadas.

El papa Francisco también mencionó a los creyentes que, teniendo fe y 'tratando de vivir de acuerdo' con la palabra de Dios, 'se encuentran marginados y dejados de lado incluso por sus familiares y sus compañeros' y a los consagrados que intentan llevar la luz de Dios en el mundo y se sienten ridiculizados y humillados.

Por último, cargó contra las debilidades de los seres humanos, su hipocresía, sus traiciones, sus pecados y sus promesas rotas; y también contra el egoísmo que ciega a los hombres por la codicia y el poder.

'Señor Jesús, revive en nosotros la esperanza de la resurrección y tu victoria definitiva contra todo mal y toda muerte', concluyó.