Con medio siglo de vida encima, Antonia Ardón camina a la orilla de la carretera en el caluroso este de Guatemala, después de salir de Honduras, con la misión de llegar a Estados Unidos y ayudar a sus 13 hijos desempleados.
La mujer marcha en una segunda caravana de migrantes que huyen de la violencia y pobreza en Honduras y esperan alcanzar nuevas oportunidades en Estados Unidos.
'Quiero ganar pistillo (dinero) para mandarles a ellos', dice a la AFP Ardón, mientras junto a sus compatriotas hace una pausa en el camino al encontrar a un grupo de vecinos que les ofrecen alimentos en la población oriental de Usumatlán.
Desde el sábado pasado, unos 1.500 hondureños -según la oficina local de Derechos Humanos- de diferentes regiones entraron a Guatemala, siguiendo a una primera caravana masiva que salió el 13 de octubre de la ciudad de San Pedro Sula, en el norte de Honduras.
Ese primer éxodo ya marcha en el sur de México, después de que el viernes la mayoría cruzó en forma ilegal el río Suchiate desde la frontera guatemalteca de Tecún Umán a la mexicana Ciudad Hidalgo. Unos 7.000 hondureños nutren la columna humana, de acuerdo con estimaciones de la ONU.
La segunda oleada que camina por Guatemala, y en la que también se cuentan niños pequeños, ya se ha fragmentado en grupos que avanzan a pie o aventón, buscando llegar a Tecún Umán y otros pasos fronterizos.
'En Honduras hay comida pero cara, y no hay dinero ni trabajo para comprarla', lamenta Ardón, que pese a lo extenuante de las largas caminatas afirma sentirse 'de 18 años'.
Sentada entre tierra y piedras, come un bocado de tortillas de maíz, arroz y pollo para recobrar energías y seguir la travesía.
'Primero Dios llegó hasta Estados Unidos, el señor me abrirá puertas', agrega la hondureña, quien se aferra a su fe y recuerda el éxodo hebreo referido en la biblia.
'Como Moisés apartó las aguas del Mar Rojo y pasó el pueblo de Israel, así lo declaro yo también', dice.
En Honduras cerca de siete de cada 10 personas vive en condiciones de pobreza. Además, la nación centroamericana es azotada por una ola de violencia criminal con 43 homicidios por cada 100.000 habitantes, según el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional de ese país.