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Música india suena en los altavoces mientras decenas de hombres sudan y resoplan en una sala de musculación de Kabul, donde para muchos el culturismo encarna la búsqueda de la belleza clásica en un país desgarrado por la guerra.

Hares Mohamadi, un estudiante de Derecho y Ciencias Políticas de 25 años, levanta pesas con aplicación antes de adoptar diferentes poses para destacar su trabajada figura de cara a una próxima competición.

'Todo el mundo, en todas partes de Afganistán, quiere tener una linda silueta. Este deporte es el preferido de todos los hombres jóvenes', afirma en un gimnasio lleno de gente.

En medio de un día a día marcado por la creciente inseguridad y la omnipresete amenaza terrorista, forjarse un físico privilegiado permite 'dejar huella', o incluso 'convertirse en un modelo', añade el joven hombre, adepto a la 'alimentación sana' y a los complementos proteínicos.

Desde las paredes de las salas de musculación los observa Arnold Schwarzenegger junto a los afiches de otras musculosas figuras de Hollywood y Bollywood como Sylvester Stallone y Salman Khan.

La musculación se practica desde hace tiempo en Afganistán. Hasta los talibanes, que prohibían la música y destruían los televisores durante sus años en el poder (1996-2001) la autorizaban, aunque los deportistas estaban obligados a llevar pantalón durante sus entrenamientos.

Aziz Arezo, una leyenda del culturismo afgano de 65 años, fue uno de los pioneros de la disciplina. En su juventud 'muy, muy poca gente' conocía este deporte, cuenta en su pequeña sala en Kabul, entre dos sesiones de pesas.

 'Inspiración'

Él también se inició viendo películas de acción extranjeras. Inspirándose en los pósteres y las postales de sus ídolos decidió que quería parecerse a Schwarzenegger, quien fue campeón del mundo de culturismo hasta en siete ocasiones en los años 1970.

En esa misma época, el Comité Olímpico afgano nombró a Aziz Arezo primer maestro de culturismo. 'Fui mi propio profesor', recuerda.

Empleó piezas de automóviles para fabricar sus propios accesorios, sobre todo pesas, que considera 'más eficaces que las extranjeras'.

Pero apenas permaneció cuatro meses en Kabul, gobernado entonces por los talibanes y de donde escapó para evitar las 'restricciones' que estos imponían, explica.