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La originalidad de un chef israelí a la hora de servir los postres podía acabar en una pequeña crisis diplomática entre Japón y su país.

Y es que la osadía culinaria de sacar a la mesa, dentro de un zapato de metal (elaborado por el estudio Tom Dixon), unos bombones de praliné posados sobre una servilleta negra, durante una cena entre el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su homólogo japonés, Shinzo Abe, provocó el descontento de los representantes de ambos países.

El cocinero autor de la polémica propuesta es Segev Moshe, propietario de cinco restaurantes y jefe de cocina de Netanyahu.

Al parecer Moshe no estaba bien informado sobre los secretos de la ‘gastrodiplomacia’. Y es que, en pocas culturas está bien visto poner los pies o los zapatos sobre la mesa; pero para los japoneses es especialmente ofensivo.

Por eso en Japón es habitual descalzarse al entrar en casa o en algunos lugares públicos o sagrados. La imagen de los zapatos de los clientes en la entrada, en los restaurantes con tatami, es un clásico.