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Al menos 20 personas murieron desde el viernes en Maiduguri, una ciudad del estado de Borno, en el noreste de Nigeria, por los ataques del grupo yihadista Boko Haram, que multiplicó los ataques durante el fin de semana de Pascua.

El viernes cuatro niñas kamikazes, de edades estimadas entre 13 y 18 años, atacaron el campo de desplazados de Zawuya, en los alrededores de Maiduguri, y mataron a dos personas.

Por otra parte los yihadistas intentaron el domingo por la noche una incursión en Maiduguri, una ciudad de casi tres millones de habitantes, y lograron cruzar las murallas de arena y los fosos que la rodean.

La agencia local de gestión de urgencias (SEMA) contabilizó al menos 18 muertos y 84 heridos.

'Por el momento hemos contabilizado 18 cadáveres en los dos barrios de Bale Shuwa y Bale Kura', en las afueras de Maiduguri, dijo a la AFP Bello Dambatto, responsable de evacuación de SEMA.

'Murieron cuando intentaban huir de los disparos entre insurgentes y militares (...) Ahora iremos a otro barrio periférico, Alikaranti, donde dos hombres kamikazes murieron a manos del ejército antes de que hicieran estallar sus explosivos', explicó.

Además los yihadistas atacaron una base militar en la entrada de la ciudad utilizando kamikazes, armas de fuego y bombas, explicó por su parte un oficial del ejército nigeriano que no quiso identificarse.

'Dieciocho [combatientes] llegaron a pie para atacar la base, mientras que siete kamikazes atacaron a los civiles en Bale Shuwar y Alikaranti', añadió. 'Los terroristas dispararon con morteros contra las tropas', indicó la misma fuente.

Según explicó a la AFP Ibrahim Gremah, un habitante de Maiduguri, el domingo por la noche 'oímos grandes explosiones y disparos en la ciudad durante más de una hora'.

El último gran intento de entrar en Maiduguri, la capital del estado de Borno, bastión de Boko Haram, tuvo lugar en Navidad.

El uso de kamikazes, sobre todo de mujeres jóvenes, es la marca de la facción de Boko Haram que dirige Abubakar Shekau.

- Negociaciones y divisiones -

Las autoridades nigerianas anunciaron la semana pasada que están negociando con el grupo adverso al de Shekau, dirigido por Abu Mosab Al Barnaui, que secuestró y luego liberó a un centenar de estudiantes de Dapchi, en el estado vecino de Yobe.

'El gobierno está más dispuesto que nunca a aceptar la deposición incondicional de armas de todos los miembros del grupo Boko Haram que demuestren su determinación', dijo el presidente Muhammadu Buhari tras reunirse con las niñas liberadas.

Este anuncio da esperanzas de paz tras diez años de conflicto pero también pone al descubierto las divisiones dentro del grupo yihadista.

Según una fuente cercana a las conversaciones que no quiso identificarse 'hubo negociaciones entre el gobierno y los insurgentes de la facción Al Barnaui'. 'Ahora el rompecabezas es ampliar las discusiones a la facción Shekau, que se opone a las negociaciones', añade.

El ataque a Maiduguri —la ciudad donde nació esta secta islamista radical, convertida luego en movimiento yihadista— es una manera para Shekau de demostrar la fuerza de su facción.

En agosto de 2016, el grupo Estado Islámico (EI), al que Boko Haram prestó fidelidad, designó a Al Barnaui como jefe del movimiento yihadista y representante del califato en el oeste de África.

Al Barnaui, hijo del fundador de Boko Haram, ha criticado con frecuencia a Shekau por su giro autoritario, por asesinar a civiles musulmanes y por utilizar a niñas como bombas humanas.

Aunque las autoridades de Nigeria y el ejército aseguran que Boko Haram está 'técnicamente vencido', sus ataques a gran escala (secuestros masivos, ataques a bases militares) ponen al descubierto los graves problemas de seguridad del noreste de Nigeria.

El conflicto entre el grupo y el ejército ha dejado más de 20.000 muertos desde 2009 y 1,6 millones de personas desplazadas que todavía no han podido volver a sus casas.