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La isla cárcel de Bastoey, cerca de Oslo, más bien parece un centro de descanso. Los internos llevan una vida lo más cercana a lo normal de un noruego libre, según los protocolos de permanencia en prisión. Los prisioneros solo sufren restricción de su libertad de movimiento. Trabajan, descansan, caminan alrededor de la cárcel y hasta pueden votar en las elecciones. La estancia en el centro carcelario debe imitar la vida de afuera, la vida real. Tienen tres celdas: una para dormir, otra para estudiar y una para hacer ejercicios. Cuentan con computadora, sin acceso a internet. Tienen acceso a talleres laborales en donde están a su disposición todo tipo de herramientas; en la cocina existen muchos cuchillos y utensilios que en otras prisiones estarían completamente prohibidos o alejados de los internos.

Pero, ¿por qué los presos no se escapan y no usan las herramientas o cuchillos de cocina para escapar o cometer actos delictivos como sucede en las prisiones colombianas?

EDUCACIÓN, LA CLAVE

Echémosle un vistazo al sistema de educación noruego y al nivel de vida logrado por este país escandinavo: la educación es gratuita y obligatoria hasta el segundo nivel, educación media. El último nivel no es obligatorio, pero un 90% de los jóvenes lo termina. La universidad es igualmente gratuita y con mucho apoyo estatal. Un cuarto de la población está vinculado en el proceso educativo.

Por otra parte, la educación en todos sus niveles se rige por unos valores básicos: la herencia y la tradición cristiana y humanista, el respeto a la dignidad humana y la naturaleza, la libertad intelectual, el amor al prójimo, el perdón, la igualdad y la solidaridad, fundados en la constante observación de los derechos humanos. Estos valores del futuro ciudadano, durante su paso por las aulas, los interioriza y cuando llega a la mayoría de edad no le es difícil ponerlos en práctica. Lógico, ya en los mismos claustros los lleva a la realidad.

El proceso de cambio radical en la formación de los noruegos no es cosa de ayer o la aprobación de una ley. Se lo propusieron al final de la Segunda Guerra Mundial y ha sido una política de Estado hasta el día de hoy. Tienen muy claro en Noruega que sin una verdadera educación y formación en valores ciudadanos no puede existir una verdadera sociedad democrática, solidaria y pacífica.

De la mano con la educación, en Noruega entienden muy bien que la causa primordial de la delincuencia es la injusta distribución de bienes producidos por la sociedad.

SEGURIDAD SOCIAL

Los servicios de salud en Noruega son gratuitos para los nacionales y extranjeros residentes en el país. El mejor ejemplo de la seguridad social son las 44 semanas a que tienen derecho los padres a quedarse en casa para el cuidado del recién nacido (de esas, 44.6 son para el padre) con paga del 100%. Los medicamentos y las hospitalizaciones en centros públicos son costeados por el sistema. El país cuenta con tres formas de acumular fondos de retiro: el público, el empresarial y últimamente el privado. El empleado puede hacer uso de los tres si así lo desea. En niveles de garantía y seguridad pensional, Noruega ocupa el primer lugar en el Natixis Global Retirement Index. Un fondo Global para la garantía de las pensiones proviene de las ganancias petroleras. Noruega ocupa el primer lugar en el Índice de Desarrollo Humano (IDH) de la Naciones Unidas. El banco estatal noruego de la vivienda ofrece préstamos y subvenciones para la construcción y reparación de viviendas. Préstamos favorables para las personas menos favorecidas y marginadas para que tengan acceso a una vivienda digna.

¿Cárceles?

En la sentencia T-153/1998, la Corte Constitucional declaró inconstitucional el grave estado de las cárceles en el país. Señala que 'las cárceles colombianas se caracterizan por el hacinamiento, las graves deficiencias en materia de servicios públicos y asistenciales, el imperio de la violencia, la extorsión y la corrupción, y la carencia de oportunidades y medios para la resocialización de los reclusos'. Esta situación lleva a mantener al país en los peores lugares como violador de los derechos humanos de los presos. Las leyes han tenido que ser revisadas con el fin de que ciertos delitos sean declarados menores para que esos delincuentes no vayan a parar a las cárceles. Vemos a los órganos de seguridad pública quejarse de la facilidad como los jueces dejan en libertad a delincuentes callejeros que mantienen a la ciudadanía en constante zozobra e inseguridad. Y ni hablemos de los delincuentes de cuello blanco que reciben casa por cárcel y terminan disfrutando de lo robado en sus lujosas mansiones. Esta es la situación colombiana.

¿Igual?

Es reconocido mundialmente que el sistema carcelario debe ser para rehabilitar a los presidiarios, para que se reintegren a la sociedad como ciudadanos de bien y con la seguridad de no volver a delinquir. En América Latina, casi sin excepción, eso no sucede. Los medios de comunicación con frecuencia muestran el estado lamentable de hacinamiento y corrupción que se vive en estos centros correccionales, las pugnas, los incendios, las guerras intestinas. En fin.