Un volcán ruge desde hace semanas en Bali y decenas de miles de personas fueron evacuadas por miedo a una gran erupción. Pero a unos kilómetros del cráter continúan las peleas de gallos, un ritual sagrado en esta paradisíaca isla de Indonesia.
Lejos de los principales puntos turísticos de la isla, un grupo de hombres tatuados se reúne en torno a una pequeña arena clandestina al aire libre, donde se entrena a los gallos antes de la pelea.
La escena ocurre en el distrito de Karangasem, el más cercano al monte Agung, a pesar de la espesa humareda que emana del volcán, amenazante.
Para Wayan Kompyang, sin embargo, resulta impensable dejar a sus gallos solos en Pring Sari, una pequeña aldea situada a unos 8 km del cráter, dentro de la zona acordonada por las autoridades.
'Tengo que seguir ocupándome de ellos para asegurarme de que estén en forma y listos para el combate una vez que la situación se calme', afirma.
Pues, para muchos habitantes de ese pueblo, las peleas de gallos son la única fuente de ingresos.