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El estado de Texas se preparaba para ejecutar la noche de este jueves a un hombre condenado por el asesinato de un guardia de prisión a pesar de la falta de pruebas materiales de que el detenido haya estado directamente involucrado en el asesinato.

Sus abogados lanzaron últimos recursos de clemencia buscando frenar la ejecución de Robert Pruett, de 38 años, quien no habrá vivido ni un solo día de su vida adulta fuera de una prisión. Tenía solo 15 años cuando fue arrestado por supuesta complicidad en un homicidio cometido por su padre.

Luego fue sentenciado a 99 años tras las rejas, de acuerdo con una controvertida ley de Texas que imponía una sanción idéntica al principal actor de un homicidio y a sus cómplices.

Esta sentencia equivalente a la cadena perpetua ha sido criticada como muestra de un sistema penal ultra-represivo, sin dar ninguna esperanza a un niño pequeño que tuvo una madre adicta a las drogas y un padre a menudo encarcelado.

Robert Pruett comenzó a consumir narcóticos a los siete años de edad, y también los vendió en la escuela primaria. Aunque era menor de edad, fue encarcelado en una prisión para adultos.

A los 20 años, fue acusado de asesinar a un guardia de la cárcel, que fue encontrado en un charco de sangre luego de ser apuñalado con una varilla de metal. Acababa de escribir un informe disciplinario sobre Robert Pruett, que siempre se declaró inocente.

Los fiscales aseguraron que Pruett había matado al guardia en represalia por este informe desfavorable. El detenido dijo que fue víctima de una artimaña montada por agentes corruptos y otros prisioneros.

Desde 2013, Pruett logró escapar repetidamente de una ejecución programada, exigiendo análisis de ADN sobre la ropa, el arma del asesinato y el desgarrado informe disciplinario.

Estos análisis no fueron concluyentes y no probaron la presencia de Pruett en la escena del crimen, sin embargo eso no fue considerado suficientemente concluyente para impugnar el veredicto de pena de muerte.