Cuando los tiroteos se intensificaron hace una semana en Rocinha, la vida en la mayor favela de Rio de Janeiro se paralizó. Pero los disparos se oían a la perfección en los barrios ricos vecinos, donde la Escuela Americana y la Universidad Católica (PUC) tuvieron que cerrar.
Quienes viven, estudian o trabajan en los vecindarios acomodados de Gávea o Sao Conrado, al alcance de cualquier disparo que salga de Rocinha, lidian con una mezcla de ansiedad y resignación con la violencia desatada la semana pasada en la favela.
El Ejército acudió al lugar el viernes en la tarde para contener las pugnas entre bandas de narcotraficantes, después que la policía reconociera que era incapaz de controlar la situación.
Los enfrentamientos provocaron el cierre de una importante avenida y una estación de metro, en el camino de decenas de miles de personas que asistían a los conciertos del Rock in Rio.
Y aunque la peor parte la llevó la favela, tres escuelas privadas de sus alrededores, las prestigiosas Escola Parque, Escuela Americana y Escola Teresiana, cerraron sus puertas, igual que la PUC, donde estudian 20.000 alumnos.
Aunque la situación se ha estabilizado esta semana, Leonardo Ferreira, un empresario de 48 años de Sao Conrado, va al trabajo preocupado por sus hijos de 2 y 9 años, que asisten a una escuela muy próxima a Rocinha.