Con las gafas protectoras bien ajustadas bajo sus orejas peludas y botines todo terreno en sus cuatro patas, Frida agita la cola mientras escala las montañas de escombros que dejó el terremoto del martes en México, rastreando señales de supervivencia humana con su agudo olfato canino.
Esta labrador color miel, 'la consentida' de muchos rescatistas humanos, se ha vuelto ícono del heroísmo en México. Es tan aclamada entre sus colegas como en las redes sociales y los medios de comunicación. Incluso un hombre de Tamaulipas (noreste) se hizo tatuar la imagen del can en el brazo.
Elemento clave de la manada de la Unidad Canina de la Marina Armada de México, Frida fue asignada a la delicada misión de rescate en la escuela Enrique Rebsamen, una primaria y secundaria del sur de Ciudad de México que se desplomó con el sismo de 7,1 grados.
Una veintena de niños murió en ese lugar y aún se especula con que alguien haya quedado atrapado en lo que quedó del inmueble.
'Frida es especialista en detección de personas vivas en escombros', y en su carrera -que incluye el devastador terremoto en Ecuador del año pasado- ha salvado a 12 personas, presume ante la AFP su entrenador, el tercer maestro de Infantería de Marina Israel Arauz.
Cuando Frida irrumpe en el destacamento portando su arnés militar, muchos uniformados dejan la rigidez castrense y corren a acariciar y abrazar a la perrita para tomarse una foto con ella.
'Nos da alegría, ternura y esperanza. Y los civiles la saludan y aplauden en la calle', comenta un soldado bajo el anonimato, mientras le rasca la barriga.
Frida, 'de personalidad muy gentil pero temperamento fuerte', espera jubilarse el año próximo a los ocho años, comenta Arauz enfundado en uniforme de camuflaje.
'Para mi es un honor manejarla en estas misiones', dice orgulloso.