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Fredy Macías tiene 39 años viviendo en USA. Llegó cuando apenas tenía 6. Hoy recuerda con nostalgia el paso del huracán Andrew, en el mes de agosto, de 1992. Lamenta que en aquella época, pese a escucharlo en noticias, no recibieron mayor información con anticipación ni medidas de precaución.

Recuerda que corrió en busca de un hospital para dejar a su esposa de aquel en entonces, porque recibieron una notificación de que las mujeres embarazadas debían quedarse en un centro médico para no poner en peligro su estado. La llevó horas antes a lo prognosticado al paso del huracan al Jackson Memorial Hospital de Miami, Florida.

A su regreso, dice, que los vientos eran muy fuertes, las calles estaban solas, las ramas de los árboles en el suelo y ya estaba interrumpido el servicio eléctrico.

En la madrugada, pasada las 2 am, Andrew empezó hacer estragos.

El barranquillero, en medio del temor que se siente hoy por el paso del huracán Irma, expresa que esta vez la comunidad está más preparada. 'En aquel entonces no existían los ‘shutters’ (persianas para proteger puertas y ventanas) modernos como los de ahora, sino que había que ponerlos de madera'.

Compara y dice que de la tormenta de 1992 solo se supo una semana antes, 'en ese tiempo solo tuvimos 48 horas para protegernos. Fue poco lo que pudimos preveer. No fue el tiempo suficiente, por eso los daños causados fueron estremecedores'.

Fredy, con la espontaneidad del barranquillero, dice que se resguardó en el baño, lugar recomendado por las autoridades, 'a esperar lo que Dios quisiera'.

Describe que pese a estar en un apartamento, bien cerrado, se lograba escuchar el sonido del viento. 'Sonaba como si un tren estrenduoso estuviera pasando. Por ratos se sentía como el aullido de un lobo. Todo se estremecía. Esa fuerte tormenta, recuerdo, duró como cuatro horas. Fueron momentos muy angustiosos'. Esto sumado a su preocupación de que su hija Priscila, quien hoy en día tiene 25 años, naciera antes de tiempo.

'El paso de la tormenta se sintió como si fuera una eternidad. No quisiera volverlo a vivir, todo ocurría en plena oscuridad, sin aire acondicionado, solo tenía una linterna'.

Fredy agrega que la realidad de hoy es totalmente diferente, sobre todo por la información previa que llega a traves de medios y redes sociales.

'Mientras Andrew transcurría yo estaba en el baño y solo me enteraba de lo que estaba ocurriendo afuera por un pequeño radio. Nada de celular como ahora, solo existían los Beeper pero los mensajes no llegaban porque empezaron a fallar las comunicaciones. Así que la incertidumbre era mayor'.