Luego de poner el último clavo para fijar una de las dos vigas de madera con las que reforzó la puerta del garaje de su vivienda, José Paredes recordó que ya tuvo la oportunidad de vivir la embestida de un huracán en La Florida.
Este peruano de 62 años de edad llegó a Estados Unidos en 1988. Cuando tenía cuatro años de estar radicado en el país norteamericano, en 1992, presenció como 'Andrew', el huracán que más daño ha hecho en este estado del sureste de EEUU, arrasó con cerca de 80.000 viviendas.
'Recuerdo que en ese entonces estaba pronosticado que el huracán Andrew entraría por Broward y la gente que estaba más al sur del estado no se preparó para recibirlo', contó, haciendo referencia a que actualmente los habitantes de esta zona del país sí vienen tomando las precauciones necesarias para intentar contrarrestar el azote de Irma, que se estima que entre a este territorio en la madrugada del domingo.
Paredes vive con su familia en una casa ubicada en la ciudad de Miramar, condado Broward, donde, según el pronóstico, Irma se hará sentir en gran escala.
La preocupación de Paredes no es distinta a la de los demás habitantes de la Florida, sobre todo a la de aquellos que ya saben que es un huracán de esta categoría. La alarma se enciende porque se dice que Irma es unas tres veces más grande que Andrew.
'Las nuevas generaciones, los que hoy tienen 22 y 23 años, no saben lo que es un huracán. Pero los que sí saben no quieren que sus hijos y familiares vivan esa experiencia', expresó el hombre de nacionalidad peruana.
Es por lo que cuenta Paredes que muchas estaciones de gasolina ya no cuentan con el suministro de combustible, que las estanterías de los supermercados se encuentran cada vez más vacías, que las láminas de aluminio y madera ha sido de los productos más vendidos y que las carreteras que conducen a otros sectores del país con menor riesgo están copadas.
Además, este testigo de un evento natural de esta magnitud recordó que cuando Andrew impactó a la Florida se sentía como las paredes de su casa temblaban por la potencia de los fuertes vientos, que alcanzaron una velocidad de 290 kilómetros por hora.
También recalcó que una de las diferencias más relevantes que hay hoy en día y hace 25 años, cuando Irma golpeó a la Florida, es que las constructoras se han esmerado por fabricar las viviendas con mejores materiales y de mejor calidad, puesto que antes una corriente de brisa se filtraba y los techos se levantaban.