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El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva aprovechó este viernes que la justicia le impidió recibir un título honoris causa, por considerar que tenía intenciones políticas, para agitar su candidatura a 2018 durante una gira por el noreste del país, su principal bastión electoral.

'Si los políticos con diploma no saben gobernar, tal vez sea necesario que un tornero mecánico vuelva', ironizó ante miles de personas que se congregaron para verlo y tocarlo en la ciudad de Cruz de las Almas, en el estado de Bahía.

El exlíder sindical que gobernó Brasil por dos períodos consecutivos (2003-2010) intenta regresar al poder a sus 71 años, al tiempo que enfrenta procesos judiciales que podrían llevarlo a la cárcel. Lula ya fue condenado a nueve años y medio de prisión por recibir un apartamento a cambio de beneficiar ilegalmente a una constructora con obras en la estatal Petrobras, pero fue autorizado a recurrir en libertad.

Inmerso en una ambiciosa caravana que lo llevará por 28 ciudades del empobrecido noreste del país, el exmandatario no pudo recibir el diploma honoris causa que le iba a conceder la Universidad Federal de Reconcavo de Bahia (UFRB) porque un juez consideró el jueves que esa honra escondía un mensaje de apoyo político y constituía un 'desvío de finalidad'.

Lula cambió la solemnidad por un acto callejero improvisado sobre un camión de sonido, como los que se usan en Carnaval, desde donde repasó su viaje personal: desde la pobreza extrema hasta la presidencia. También rememoró políticas sociales de sus gobiernos.

'Estaba seguro que el mayor legado que podía dejar para Brasil era hacer que los jóvenes que nacieron pobres llegasen a la universidad', dijo ante una audiencia teñida de rojo y apretujada en un calle de casas bajas.

Pero su tentativa de regreso no será fácil. Brasil atraviesa una honda crisis política, atizada por gigantescos escándalos de corrupción que lo tocan de cerca, y que ya derrumbó al gobierno de su sucesora, Dilma Rousseff (2011-2016) y erosionó al de Michel Temer, que poco más de un año después de asumir tiene apenas 5% de popularidad.

Alguna vez considerado el político más influyente de América Latina, Lula encabeza varios sondeos de intención de voto para las presidenciales de octubre de 2018, pero también aparece en primer lugar entre las figuras con mayor rechazo.