El emblemático minarete inclinado no se alzaba ayer en el cielo de Mosul, por primera vez en ocho siglos, tras su destrucción por los yihadistas en una acción 'desesperada' frente al avance de las fuerzas iraquíes hacia la vieja mezquita Al Nuri.
Varias explosiones efectuadas el miércoles demolieron la mezquita, donde el líder del grupo yihadista Estado Islámico (EI) Abu Bakr Al Bagdadi había proclamado su 'califato' en 2014, derrumbando su icónico minarete (torre de la mezquita), conocido como 'Hadba' (joroba).
Altos cargos iraquíes y de la coalición antiyihadista liderada por Estados Unidos afirmaron que esta destrucción es una muestra de la inminente derrota de los yihadistas en Mosul.
El primer ministro iraquí, Haider Al Abadi, la calificó de 'declaración oficial de derrota'.
La pérdida del inconfundible minarete del siglo XII -uno de los monumentos más reconocibles del país al que se denominaba también la Torre de Pisa iraquí- conmocionó al país.
Pero esta demolición ya se preveía: mandos militares habían advertido que el EI no permitiría que las fuerzas iraquíes retomasen el control de ese monumento en lo que sería una victoria altamente simbólica.
'Hicieron estallar el lugar en un intento de cubrir sus importantes pérdidas en los medios, pero los medios y la gente ven las victorias y ven el colapso del EI', dijo a la AFP en Mosul el general de brigada Falah Fadel Al Obeidi, de las fuerzas de élite antiterroristas.
El Estado Islámico afirmó mediante su agencia de propaganda, Amaq, que la mezquita fue alcanzada por un bombardeo estadounidense, pero la coalición liderada por Estados Unidos aseguró que fueron los yihadistas quienes 'destruyeron uno de los mayores tesoros de Mosul y de Irak'.
Brett McGurk, el enviado estadounidense a la coalición, consideró que se trata 'de la muestra más clara hasta ahora de desesperación y derrota' por parte de los yihadistas.
‘Agrava las heridas’. La directora de la Unesco, Irina Bokova, afirmó que 'esta nueva destrucción agrava las heridas de una sociedad de por sí afectada por una tragedia humana sin precedentes' y garantizó el compromiso de la agencia de la ONU en 'ayudar, restaurar y rehabilitar el patrimonio cultural'.
Por su parte, Osama Al Naqash, director del Museo de la Universidad de Bagdad, se declaró 'triste' pero que 'imaginaba que esto ocurriría [...] y que la oscuridad que trajo Dáesh [acrónimo árabe del EI] conduciría a esta situación'.