No fumar, no poner los pies en el asiento y no despatarrarse. 'Es una falta de respeto total', protesta Melisa, una usuaria partidaria de la guerra lanzada en Madrid contra aquellos que se abren exageradamente de piernas en los autobuses.
No es algo esporádico, esta madrileña de 30 años lo sufrió en varias ocasiones, viéndose en la necesidad de reivindicar su espacio. 'El fin de semana pasado le di en la pierna a un chaval (...) y le dije: 'el sitio que tienes es suficiente para ti'', explica a la AFP.
El chico 'me dijo que era una amargada, se levantó y se fue', añade Melisa García, calificando esta actitud como 'una falta de respeto total y una falta de educación'.
Ahora, su reivindicación tiene aliados: numerosos autobuses de la capital española lucen pegatinas contra el llamado 'manspreading', un término inglés que significa 'despatarre masculino'.
Se acuñó en 2014 en Nueva York tras una campaña de la autoridad del transporte metropolitano contra esta práctica, explica el diccionario de Oxford.
En Madrid, la alcaldía dirigida desde 2015 por una plataforma ciudadana de izquierda hizo suya esta causa: 2.000 autobuses mostrarán esta pegatina con un hombre pintado en rojo abriendo exageradamente sus piernas e invadiendo el asiento de al lado.
Junto al pictograma, la frase: 'Respeta el espacio de los demás'.
La iniciativa surge tras una campaña del colectivo 'Mujeres en lucha' en las redes sociales, con la etiqueta #MadridSinManspreading contra esta práctica atribuida sobre todo a los hombres.
- Políticos tampoco escapan -
El hashtag se hizo viral y proliferaron en las redes fotos de personalidades 'culpables', desde el presidente conservador del gobierno, Mariano Rajoy, hasta su gran rival el jefe del partido de izquierda radical Podemos, Pablo Iglesias.
'A los hombres les han transmitido una idea de jerarquía y de territorialidad, como si el espacio les perteneciese', escribe el colectivo.
'No estamos diciendo que los hombres son mal educados o machistas, es una cuestión de sociedad. A nosotras nos enseñan a sentarnos con las piernas muy juntas y a ellos les enseñan a expandirse', explica Paola Aguilar, de este colectivo.
Pero también hay mujeres que se despatarran y sobrepasan los espacios de su asiento, se queja Robert Durou, jubilado de 75 años. 'Antes la gente se preocupaba más de los demás', añade decepcionado.
David Correa Clares, de 19 años, se identifica entre los que practican el 'manspreading'. 'A veces no te voy a negar estoy con las piernas abiertas', reconoce.
'Han venido personas que me dijeron que les molesta y me siento educadamente y ya está (...) pero no hace falta una norma o un pictograma en la que diga 'siéntate así'', opina.
El mismo argumento esgrime la región de Madrid, dirigida por la derecha y responsable del metro.
Para ellos, su reglamento es claro: 'hay un asiento por persona' y 'es una cuestión de educación para hombres y mujeres'. Poner pegatinas 'no es una prioridad de gasto', asegura una portavoz.