El Senado de Estados Unidos confirmó este miércoles al legislador republicano Jeff Sessions, conocido por sus posiciones radicales contra las minorías y los inmigrantes, como el próximo fiscal general del país durante el Gobierno de Donald Trump.
Con 52 votos a favor y 47 en contra, Sessions fue confirmado para estar al frente de la Justicia estadounidense, tras varios retrasos forzados por los demócratas tras la polémica levantada por el despido fulminante de la fiscal general en funciones, Sally Yates.
El senador superó el voto en el Comité Judicial la semana pasada, el escollo más complejo, ya que en el voto de hoy solo necesitaba mayoría simple.
El difícil camino de confirmación del senador por Alabama, dado su extremismo en asuntos migratorios y femeninos, se volvió más controvertido después de que Trump relevara del cargo a Yates el martes de la semana pasada por insubordinación, ya que esta consideró ilegal la orden emitida por el mandatario para vetar temporalmente la entrada a los ciudadanos de siete países de mayoría musulmana.
Los demócratas elogiaron entonces la decisión de Yates y acusaron a Sessions de ayudar a Trump a redactar la orden, una reclamación que el presidente del comité, el republicano Chuck Grassley, negó.
Sin embargo, transcurrió más de una semana hasta que Sessions logró que su cargo fuera sometido a voto, ya que los demócratas, frontalmente opuestos a su nominación, estiraron al máximo el tiempo de debate asignado para estos casos en el pleno de la Cámara alta.
Para mostrar su oposición, como hicieron con la ya secretaria de Educación, Betsy DeVos, dieron un maratón de discursos en contra de la candidatura de Sessions, aunque solo ha tenido un efecto simbólico.
Sessions jurará el cargo como fiscal general de Estados Unidos en medio de la polémica sobre el veto migratorio de Trump, cuya vigencia sigue congelada por un juez federal mientras una corte de apelaciones toma una decisión sobre el caso.