La fronteriza Ciudad Juárez, población mexicana vecina a la localidad estadounidense de El Paso, recupera poco a poco la tranquilidad tras la extradición del capo Joaquín 'El Chapo' Guzmán, cuya batalla con el cártel local desató una gran violencia en sus calles.
'Esta extradición está aliviando la frontera. Era una ciudad muy cargada de gente vinculada al Chapo, y ahora que no está, el impacto será positivo para Juárez', dijo a Efe Javier Corral, gobernador del estado de Chihuahua -donde se encuentra Ciudad Juárez.
'El Chapo', considerado uno de los narcotraficantes más importantes de México, fue extraditado el 19 de enero pasado a Estados Unidos para ser procesado por numerosos cargos.
El capo estaba en una prisión de máxima seguridad de Juárez desde mayo pasado, cuando fue trasladado desde el penal del Altiplano, en el central Estado de México, donde fue recluido tras ser arrestado por tercera ocasión en enero de 2016, luego de dos escapes de película.
Ciudad Juárez fue la más violenta del mundo en 2010 (más de 3.100 asesinatos en 12 meses) cuando una avanzada del cártel de Sinaloa, liderado por 'El Chapo', inició una guerra contra el cártel de Juárez para adueñarse de este territorio estratégico para el tráfico de drogas a Estados Unidos.
Los juarenses dicen ahora estar tranquilos por la extradición de Guzmán, sobre todo por la retirada de las fuerzas militares y policiales que vigilaban la urbe desde el traslado del capo.
El alcalde de Ciudad Juárez, Armando Cabada, admitió que el movimiento de Guzmán a Estados Unidos ha quitado una gran presión a su Gobierno.
'Qué bueno que se lo llevaron porque generaba presión, no era una buena entrada' a México por Juárez; 'quienes venían se quejaban de ver la presencia tan amplia militar y de agente federales', comentó.
Y es que desde la llegada de Guzmán al penal de Ciudad Juárez se instalaron cerca de 500 agentes de seguridad, que se sumaron a los más de 1.000 que patrullaban la urbe.
Apenas al entrar a Ciudad Juárez, los recorridos de agentes con el rostro cubierto y arma en mano daba la impresión de una localidad en guerra.
'Tanto policía asustaba a la gente, ya nadie quería pasar por aquí, se veía una ciudad muy macabra', dijo Rafael Martínez, un vendedor de quesos en Villa Ahumada, un parador turístico conocido por su producción de queso.