El Gobierno etíope declaró hoy el estado de emergencia durante un periodo de seis meses para frenar la expansión de las protestas en Oromia y Amara, dos de las regiones más importantes del país, tras la muerte de decenas de personas y la destrucción de numerosas propiedades.
El primer ministro etíope, Hailemariam Desalegn, realizó el anuncio del estado de excepción en una comparecencia hoy en la televisión pública nacional, la Corporación de la Radiotelevisión Etíope (EBC, por sus siglas inglesas).
La medida, adoptada anoche en una reunión extraordinaria del Ejecutivo, tiene el objetivo de intentar frenar las crecientes protestas, que aunque se han producido durante todo el último año han incrementado su violencia desde hace una semana.
Los altercados han escalado después de que el pasado domingo al menos 52 personas perdieran la vida en una estampida provocada por una intervención policial durante un festival tradicional en el que se escucharon algunas proclamas antigubernamentales.
Aunque ésa es la cifra de muertos oficial tras la represión policial de la celebración de la 'Irrecha', la festividad más importante de los oromo, activistas y opositores elevan a centenares los fallecidos solo el pasado domingo, que se suman a las cerca de 400 personas que han perdido la vida en las protestas del último año.
En la última semana, grupos de protestantes han provocado importantes daños en un centenar de instituciones públicas y empresas privadas, entre ellas negocios extranjeros.
'La situación general, incluyendo la destrucción de instituciones gubernamentales y negocios, indica que nuestro país está descendiendo al caos. Esto amenaza nuestra soberanía y existencia como nación', dijo Desalegn durante su alocución
Durante el estado de emergencia, el gobernante Frente Revolucionario Democrático del Pueblo Etíope (EPRDF) iniciará un diálogo político con organizaciones de la sociedad civil y partidos de la oposición, como han reclamado recientemente, aseguró Desalegn.
Las protestas comenzaron a registrarse en noviembre de 2015, cuando los oromo, el mayor grupo étnico del país, comenzó a demandar más autogobierno, presencia en las instituciones políticas etíopes y una mayor redistribución de la riqueza.
Los oromo también piden respeto a su identidad, ya que han experimentado una marginación y persecución sistemática por parte de las fuerzas gubernamentales, que han utilizado un uso excesivo de la fuerza contra sus protestas pacíficas en más de una ocasión.
El régimen autoritario etíope afronta un movimiento de contestación antigubernamental sin precedentes en los últimos años, al que además de la etnia oromo se han sumado los amara, el segundo grupo mayoritario, que también se consideran marginados por el Gobierno de Desalegn.
El régimen de los amara, apoyado por el gobierno militar anterior y una estirpe de emperadores, fue reemplazado por el liderazgo de los tigray, la etnia minoritaria que sustenta al actual partido gobernante, tras el derrocamiento del dictador comunista Mengistu Haile Mariam en 1991.