Compartir:

En un día como hoy, hace 15 años, el mundo cambió por completo. Todos quienes para el 11 de septiembre de 2001 habíamos desarrollado un grado de conciencia recordamos exactamente dónde estábamos y qué hacíamos al momento de enterarnos de los terribles acontecimientos que, de forma simultánea, ocurrían en los Estados Unidos, pero que tendrían un impacto global. En mi caso estaba en la Universidad del Norte, en la antigua cafetería conocida como ‘El Pueblito’, cuando un compañero de estudios de carrera mencionó que un avión se había estrellado en una de las Torres Gemelas, en Manhattan.

En ese momento pensé que se trataría de un extraño accidente, que por muy improbable que pareciera tenía antecedentes similares, pues recordé que había leído que, hacía muchos años, en 1945, para ser exactos, ocurrió un accidente aéreo de menor escala contra el edificio Empire State, en ese momento el más alto del mundo.

Imaginé un escenario similar. Algún infortunado hecho con una aeronave no muy grande y con un número de personas involucradas reducido. Minutos más tarde la noticia de un segundo impacto contra la otra Torre Gemela borró, inmediatamente, de mi mente cualquier asomo de lógica y racionalidad frente a los acontecimientos y, ante las imágenes que llegaban de las agencias de noticias, pronto concluí que no podrían ser hechos aislados. Ese día 19 terroristas secuestraron 4 aviones comerciales para usarlos como misiles guiados contra objetivos emblemáticos en los Estados Unidos, y causaron la muerte directa de, aproximadamente, 2.763 personas en las Torres Gemelas y el Pentágono.

Hoy la historia de los atentados de aquel 11 parece ser un relato lejano, cuyas consecuencias han sido ampliamente superadas, sin embargo sus efectos aún se mantienen vigentes. Este hecho introdujo unos cambios significativos en el escenario internacional, pues promovió la realización de varios conflictos armados, el despliegue de tropas occidentales para invadir tierras en el mundo musulmán, la consolidación de organizaciones fundamentalistas islámicas incluso más peligrosas que la misma Al-Qaeda y la realización de diversos actos de terrorismo a nivel mundial.

De Al-Qaeda a Estado Islámico

Quince años después el líder de Al-Qaeda fue dado de baja, sin embargo la organización que lideró está lejos de haber sido derrotada militarmente, si bien su red transnacional de apoyo ha sido diezmada, aún posee la capacidad operativa para amenazar la paz y la seguridad internacional.

Ahora la atención del mundo parece estar puesta sobre la organización denominada Estado Islámico, un grupo surgido precisamente de las entrañas de Al-Qaeda en Irak y que se ha adjudicado la responsabilidad sobre actos de terrorismo en contra de distintos países de occidente.

Esta circunstancia es quizás el punto sobre el que mayor énfasis debe ponerse al momento de evaluar los efectos de aquellos atentados de 2001. Actualmente, la amenaza a la seguridad internacional proveniente del fundamentalismo islámico no puede ser reducida a un grupo en particular, pues así como Al-Qaeda, existen grupos como el Estado Islámico, el Frente Al-Nusra, Al-Shabab, Katiba Nusantara, Boko Haram y cientos de organizaciones más que promueven el radicalismo violento del islam y el rechazo en contra de occidente.

El gran problema sin resolver desde aquella fecha está en contrarrestar la ideología extremista que promueve y justifica la violencia, tanto para propios musulmanes como para occidentales en general, y así conseguir el establecimiento de regímenes que imiten los más controversiales conceptos fundacionales del islam, tal como los desarrolló el profeta Mohammed en el siglo VII, pero aplicadas de manera radical en pleno siglo XXI.

Un mundo no tan seguro

Es por ello que después de los atentados del 11-S se ha podido evidenciar la comisión de otros actos de terrorismo que, si bien han tenido un número menor de muertos y heridos, han tenido un impacto similar en el imaginario de que cualquier persona podría ser víctima de esta amenaza.

También se han quedado de presente los efectos devastadores del fundamentalismo islámico en los atentados ocurridos en Francia, en Turquía, en Estados Unidos, en Egipto y en Israel, por lo que hoy en día parece que no podemos afirmar que vivimos en un mundo mucho más seguro que el de aquel entonces.

*Docente del Departamento de Ciencia Política y Relaciones internacionales de la U. del Norte.