Compartir:

Tras bajar una rampa roja, Dilma Rousseff se posicionó detrás de la tribuna, deslizó una breve sonrisa y con la voz inquebrantable se dirigió a los brasileños: 'No diré adiós, estoy segura de que esto será un hasta luego'.

Con total serenidad, Rousseff miró a las cámaras que abarrotaban el palacio presidencial de Planalto y mantuvo el pulso, como si el Senado no hubiera acabado de votar su destitución por 61 votos a favor y 20 en contra.

Pero Rousseff era consciente de que la Cámara alta la había despojado definitivamente del poder y, sin titubear, recalcó que con su destitución se había consumado un 'golpe de Estado' en Brasil.

En la entrada principal de su residencia, de espaldas a una alta pared de azulejos dorados, Rousseff, vestida con un traje chaqueta de color rojo, cerró su historia como presidenta rodeada de sus más fieles escuderos, quienes la arroparon en su última foto de familia.

En la instantánea faltó su padrino y creador político, el expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien se ubicó en un segundo plano, cediéndole todo el protagonismo a su pupila.

Con una mano en el corazón y la otra sobre la barbilla, Lula mantuvo la mirada perdida en el infinito, visualizando la destitución de su ahijada y el fin de 13 años de poder del Partido de los Trabajadores (PT).

Mientras, Rousseff le elogiaba, repasaba el legado del PT y desgranaba los logros conseguidos por ambos.

'Cuando Lula consiguió el poder en 2003 llegamos al Gobierno cantando juntos, diciendo que nadie debía tener miedo de ser feliz, miedo de tener esperanza, porque muchas veces nosotros luchando conseguimos alcanzar la esperanza y transformarla en realidad', recalcó la ahora expresidenta de Brasil.

Además del apoyo de su séquito, la exmandataria también estuvo respaldada por un pequeño grupo de seguidores que desde primera hora de la mañana se concentraron a las puertas de la Alvorada, la residencia con aires futuristas diseñada por el arquitecto Oscar Niemeyer y que ya espera a su nuevo inquilino.

Con la mudanza prácticamente realizada, Rousseff deberá abandonar la residencia que ocupa desde hace cinco años en un plazo máximo de 30 días y, a partir de ese momento, el 'palacio' podría ser ocupado por el nuevo presidente de Brasil, Michel Temer, aunque el mandatario podría optar por quedarse en la casa que le fue otorgada cuando todavía era vicepresidente.

Adversario político de la exmandataria, Temer fue centro de duros abucheos por parte de la media centena de seguidores de Rousseff que siguieron la votación del Senado en un telón improvisado situado en los alrededores del palacio de la Alvorada.

La destitución de la hasta entonces mandataria suspendida fue recibida con lágrimas por parte de algunos simpatizantes, quienes lamentaron el ascenso al poder de Temer a través de unas 'elecciones indirectas'.

A pesar de su salida, Rousseff quiso transmitir esperanza y cerró su discurso parafraseando al poeta Vladimir Maiakovski: 'No estamos alegres, es verdad, pero también, ¿por qué razón deberíamos estar tristes? El mar de la historia es agitado'.

'Luchar por su inocencia'

La expresidenta afirmó que seguirá 'luchando' en la justicia, denunciando el 'golpe parlamentario' que dice haber sufrido, y admitió que, de momento, no tiene un proyecto político'.

Rousseff, junto a su abogado, José Eduardo Cardozo, declaró a corresponsales extranjeros que se propone 'recurrir en todas las instancias' contra su destitución a fin de demostrar su inocencia y dijo que los próximos pasos los dará en la Corte Suprema de Brasil, ante la que ya presentó una apelación el jueves.

Esa primera acción exige anular la votación del Senado en que fue destituida, al menos hasta que el propio tribunal se pronuncie sobre los principios legales en que se apoyó la sentencia.

Rousseff fue condenada por dictar tres decretos que alteraron los presupuestos sin autorización del Congreso y atrasos en depósitos que el Estado debía hacer en la banca pública para costear diversos planes del Gobierno, que, según sostuvo la acusación, acabaron por convertirse en créditos y generaron costosos intereses.

Cardozo precisó que los dos nuevos recursos estarán centrados en que, según su opinión, 'no se respetó el derecho al debido proceso' en el Senado, constituido en tribunal, y en lo que calificó de 'ausencia de justa causa'.

'Malherida'

El expresidente y senador uruguayo José Mujica dijo que América Latina ha quedado 'malherida' tras la destitución de la ahora expresidenta brasileña Dilma Rousseff, en un proceso que calificó como una 'pantomima' con 'toda la apariencia de un juicio' y que tildó de 'golpe de Estado'.

'Toda esa discusión del Senado fue una gigantesca pantomima para tapar el rabo. Esto estaba decidido y en otra parte. Se montó un escenario, a los efectos de embaucar a la opinión publica, (...) con toda la apariencia de un juicio, pero desde el primer momento esto estaba decidido', opinó Mujica en un acto en Montevideo. Mujica considera que la región 'queda malherida' y 'pierde capacidad diplomática de incidir en el peso del mundo'. 'Lo mejor para ser dominados es estar bien divididos, esta es una ley vieja', manifestó.