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'Los hombres que aman a otro hombre arderán en el infierno', advertían en la parroquia a la que David Ochar acudía cada domingo. Un día, siendo adolescente, se dio cuenta de que esas palabras iban dirigidas a él, un homosexual más que vive estigmatizado por la iglesia en Kenia.

Ochar no volvería a pisar una iglesia hasta 2013, cuando él mismo ayudó a levantar la Cosmopolitan Affirming Church en Nairobi, la única a la que los homosexuales son bienvenidos en Kenia, país que el papa Francisco visitará esta semana.

El pontífice llegará el próximo día 25 a un país donde la homosexualidad se castiga con la cárcel y los políticos juegan 'la carta gay y lesbiana' para ganar votos entre un electorado abrumadoramente homófobo, explica a Efe Ochar.

Convertido hoy en un popular activista y predicador gay de 26 años, y consciente de la importancia del catolicismo en Kenia, Ochar anima a Francisco a 'decir a católicos y cristianos, que hasta cierto punto condenan a los homosexuales, que eso no está bien'.

Así lo creen en la Cosmopolitan Affirming Church, instalada en una casa conocida solo por sus feligreses, que ha cambiado los altares y las imágenes de santos por banderas arcoíris y manos multicolores en sus paredes.

Su credo también es insólito: 'Animamos a cada uno a tener una relación con Jesús y, si no cree en él, a tener una relación con el Dios que ellos consideren', explica Ochar.

A las misas acuden fieles de todas las confesiones -protestantes, evangelistas, católicos o musulmanes- que comparten la necesidad de 'expresarse libremente sin sentirse discriminados'.

Llegan guiados por un sentimiento que fue creciendo desde la niñez, el de ser 'diferente' e incluso 'un pecador', azuzado por curas que expulsaban a los afeminados o sospechosos de sentirse atraídos por su mismo sexo.

'Un amigo fue expulsado de una iglesia adventista porque era sospechoso de ser homosexual. Una amiga se quedó embarazada antes del matrimonio. Ambos fueron excomulgados y me dieron una razón para no volver a la iglesia'.

Es domingo por la tarde y Ochar se coloca la estola sobre su ropa de calle para conducir al rebaño por un viaje de esparcimiento espiritual, que incluye el análisis de los textos de Sodoma y Gomorra y los cánticos de un coro gospel, momento estrella en cualquier misa keniana.

'En la universidad me metí en esa vida de salir de fiesta. Salíamos los sábados y nos emborrachábamos. El domingo poníamos música gospel y a predicadores en Youtube, abríamos la Biblia y nos poníamos a leer', recuerda el ahora padre Ochar.

Con el tiempo, el grupo de amigos que se quedaba a pasar la resaca los domingos era cada vez mayor. En realidad, lo hacían para seguir 'el ministerio de Youtube', bromea.

En 2013, él y activistas como George Barasa conocieron al pastor estadounidense Joseph Talton, 'que era gay, negro, amaba a Jesús y podía decirlo abiertamente', evoca orgulloso.

Talton bendijo el local donde hoy ofician en Nairobi, y varios fueron ordenados pastores por una iglesia metodista.

'Nos hemos dado cuenta de que muchos de nosotros crecimos en la fe y ésta se nos arrebató porque los curas condenaban a las minorías sexuales', lamenta.

Ochar se consuela diciendo que en Kenia la situación 'no es tan mala como en Uganda', donde los gais son víctimas de graves abusos que les han forzado al éxodo en los últimos años.

De hecho, muchos de sus parroquianos son refugiados ugandeses, a quienes han ofrecido alojamiento y ayudado a obtener el asilo en Kenia.

La visita del papa a Kenia y a Uganda, antes de ir a República Centroafricana, es una oportunidad para condenar la homofobia imperante en África, como hiciera el presidente de EEUU, Barack Obama, en un viaje el pasado julio.

Francisco no parece tener 'nada en contra de la homosexualidad', opina Ochar, quien le lanza una última petición: 'Olvida tu oficio y piensa qué haría Jesús. Jesús nunca diría acepto el pecado, pero no al pecador'.