Cientos de personas acudieron este miércoles en la ciudad cisjordana de Ramala a dejar flores en la tumba de Yaser Arafat, padre del nacionalismo palestino, para recordar el undécimo aniversario de su muerte.
A primera hora de la mañana local comenzó el reguero de visitas al palacio de la Muqata -sede de la presidencia palestina donde descansan los restos de Arafat en un mausoleo de mármol blanco custodiado por la guardia presidencial- de quienes querían rendir homenaje a un hombre que aún es estandarte de la resistencia de este pueblo, dentro y fuera de Palestina.
El 11 de noviembre 'es un día crítico para el pueblo palestino', declara a Efe Riad Aweda, originario de Ramala y miembro del partido nacionalista Al Fatah, fundado por Arafat en 1959 como movimiento de liberación.
'Arafat no era él solo, sino que representa a todos los palestinos. Estableció la revolución moderna el siglo pasado y hasta ahora sus principios, sus conceptos, están vivos en los niños palestinos', afirma este funcionario del Gobierno de la Autoridad Nacional Palestina (ANP).
Para él, Abu Amar -su nombre de guerra- 'sigue siendo el líder, por su lucha y por levantar a Palestina ante el mundo'.
Más de una decena de coronas de flores, entre ellas una con la bandera de Venezuela, descansaban a los pies del mausoleo, frente al que los asistentes mostraron su respeto, mantuvieron silencio o rezaron.
Rim es una palestina entrada en la cuarentena que milita para un partido de izquierdas y, mientras ondea una bandera palestina, explica el motivo de su visita: 'Confirmarle a Arafat y a mí misma que seguimos resistiendo y que es nuestro derecho. El luchó y creyó en la resistencia. Ya es hora de que defendamos nuestros derechos y nuestro futuro'.
Desde la Muqata y al son del ritmo tronador de canciones que rememoraban su figura, una columna de jóvenes marchó hacia el puesto de control israelí del DCO, donde se produjeron enfrentamientos con los soldados israelíes que se saldaron con más de 70 heridos, uno de ellos en estado muy grave al recibir un disparo en el pecho, informó la agencia palestina Maan.
Los disturbios y heridos se multiplicaron por la Cisjordania ocupada tras las marchas organizadas en conmemoración de este aniversario, no así en Gaza, donde el movimiento islamista Hamás rechazó la petición realizada por Al Fatah de llevar a cabo un acto multitudinario al aire libre.
Al Fatah y Hamás están enfrentados desde 2007, cuando el movimiento islamista tomó el control de la franja por la fuerza tras expulsar a los nacionalistas, que quedaron sin poder en el enclave.
A pesar de los numerosos intentos de reconciliación, hasta la fecha no ha sido posible eliminar la brecha abierta entre ambas partes que, sin embargo, ayer se estrechó gracias a un gesto inesperado de Hamás: horas antes del aniversario entregó a Al Fatah las llaves de la vivienda de Arafat en Gaza.
El cabeza del partido nacionalista en Gaza, Zacarías al Agha, agradeció este movimiento y subrayó la importancia de seguir el camino establecido por el primer presidente palestino, 'que siempre abogó por la unidad nacional creyendo que era el principal objetivo'.
Arafat enseñó a los palestinos que el único camino hacia la liberación de la ocupación israelí eran ellos mismos y aceptó crear para ello un marco que fueron los Acuerdos de Oslo, supuesta vía para la constitución de un Estado palestino independiente.
Ahora, los palestinos se muestran frustrados y hastiados por el estancamiento político que, según justifican, les ha llevado a protagonizar una ola de violencia.
Siguen mirando con nostalgia la figura de Arafat, galardonado con el Premio Nobel de la Paz y el Príncipe de Asturias en 1994, capaz de unir a su gente en torno a una misma causa y cuyo rostro tocado por el pañuelo palestino o kufiya aún inunda las calles de ciudades y viviendas de Cisjordania.
'Once años después aquí seguimos. Mientras, la ocupación israelí mata a nuestros hijos y se apodera de nuestra tierra. Por esto, cada cierto tiempo, nuestra gente explota, no pueden más, están furiosos. Intentan luchar, lograr nuestros objetivos y establecer nuestro Estado con capital en Jerusalén, como él quiso', sentencia Aweda.
Yaser Arafat murió el 11 de noviembre de 2004 en el hospital militar de París al que días antes había sido trasladado desde Ramala al agravarse su estado, después de que el 12 de octubre comenzara a sufrir síntomas de un trastorno gastrointestinal, entre rumores de un supuesto envenenamiento.
Hace algo más de dos meses la Justicia francesa decidió archivar la instrucción abierta por ese presunto envenenamiento, debido a la falta de pruebas.