Tras escuchar los dramáticos testimonios de la miseria en la que viven los vecinos al paupérrimo barrio asunceño de Bañado Norte, símbolo de un país donde el 24% de la población vive debajo de la línea de pobreza, el papa Francisco criticó a aquellos católicos que no ejercen la solidaridad.
'Por más que vayas a misa todos los domingos, si no tienes un corazón solidario, no sabes lo que pasa en tu pueblo, tu fe es muy débil, o está enferma o está muerta', dijo el papa Francisco ante miles de emocionados fieles, vecinos de Bañado Norte y de otros lugares del Paraguay y la región.
El papa, que luego de su discurso pronunció el Padre Nuestro en guaraní, tomó la mano de Francisca de Chamorro, una viuda de 82 años, que llegó caminando ayudada por un bastón.
'En 1952 me instalé en este lugar a orillas del río Paraguay. Hoy estoy viuda y nunca creí que un papa, cuando estoy viejita, iba a venir al lado de mi casa', dijo Francisca a la AP. 'Ya me puedo morir tranquila. Es un milagro que solo viniera un papa a este sitio de barro', agregó hablando en guaraní.
Francisca vive en una casilla de madera. Los vecinos escucharon al papa parados en medio del barro.
Francisco Rodríguez, otro de los habitantes de Bañado Norte, dijo que sus viviendas están en terreno municipal. 'Queremos que nos den título de propiedad', reclamó.
Una vecina que dirigió un discurso al papa dijo que el estado paraguayo no ve a los vecinos como sujetos de derecho, sino como una carga.
El papa Francisco les pidió a los vecinos que no se dividan. 'El diablo quiere que se peleen entre ustedes. Porque así los divide y los derrota y les roba la fe', les dijo.
En Bañado Norte, el primer papa latinoamericano vio a gente que vive en chabolas de tablones y láminas de metal. Las autoridades paraguayas estiman que unas 15.000 familias viven allí en la extrema pobreza, que se ve agravada de forma periódica cuando las fuertes lluvias desbordan el cercano río Paraguay y convierten las carreteras de tierra en impracticables tramos de lodo.
Actualmente hay en Paraguay 110.000 indígenas de 20 etnias que sobreviven en condiciones económicas y sociales paupérrimas.
Luego de Bañado Norte el pontífice se dirigirá a Ñu Guasú, ('Campo Grande', en guaraní), un predio de la Fuerza Aérea Paraguaya en las afueras de Asunción, donde oficiará su segunda misa en suelo paraguayo.
Se espera que más de un millón de personas, locales y de otros países vecinos, se congreguen allí para participar de la ceremonia religiosa y escuchar la homilía que pronunciará el papa.
El sábado, ya desde horas de la tarde, era posible ver llegar a miles de personas, muchos de ellos con sillas de playa y sacos de dormir, que se dirigían al lugar de la misa para pasar allí la noche de modo de asegurarse un lugar lo más cerca posible de Francisco.
Para la ocasión, el artista plástico Koki Ruiz construyó un altar con 40.000 espigas de maíz, 200.000 cocos y 1.000 calabazas, un homenaje a los indígenas guaraníes que veneraban a la tierra por ofrecerle esos alimentos.
En la tarde del domingo, y en la última actividad prevista en su gira sudamericana, el papa sostendrá un encuentro con jóvenes en la costanera de Asunción. De camino al aeropuerto, donde abordará el avión que lo regresará a Roma, Francisco hará una parada breve en el local del supermercado Ycuá Bolaños, para recordar la tragedia ocurrida en 2004, cuando casi 400 personas murieron en un incendio.
El pontífice aterrizó el viernes en el aeropuerto Silvio Pettirosi de Paraguay, un país donde el 90% de la población profesa la fe católica. Ese mismo día fue recibido por el presidente Horacio Cartes y autoridades religiosas.
Es la segunda visita de un papa a Paraguay, la primera desde que el país recuperó la democracia en 1989. Juan Pablo II visitó el país en 1988, cuando el país vivía bajo una dictadura militar encabezada por el presidente Alfredo Stroessner.
Francisco ha pasado buena parte de la última semana —y antes de eso, gran parte de su pontificado— denunciando las injusticias del sistema capitalista global que, afirma, idealiza al dinero por encima de la gente. El papa ha pedido que se instaure un nuevo modelo económico en el que los recursos del planeta se distribuyan entre todos por igual.
Durante una misa el sábado en Caacupé, Francisco elogió el fervor religioso y la fortaleza de las mujeres paraguayas, en uno de los lugares de peregrinación más importantes del país. Miles de personas abarrotaron la plaza principal y las calles aledañas en Caacupé, unos 54 kilómetros (40 millas) al este de Asunción.
Raquel Amarilla, de 39 años, lloró tras escuchar al papa. 'Es maravilloso que nos tome tanto en cuenta a las mujeres. Somos nosotras en la iglesia todos los domingos. Nosotras rezamos todos los días, mucho más que los hombres', dijo la mujer, que acudió con su hija de 13 años.