La epidemia de cólera entre los burundeses refugiados en Tanzania, que ha afectado a 3.000 personas de las cuales 31 han muerto, crece a un ritmo de entre 300 y 400 casos por día, lo que hace temer que el número de afectados crecerá de forma exponencial en los próximos días, alertó este viernes la ONU.
'Tememos que la epidemia empeore. Tenemos personal sobre el terreno, material, hemos hecho lo que debíamos hacer, pero esto tomará tiempo hasta que dé resultados y, mientras, los casos aumentarán', indicó hoy en rueda de prensa Paul Spiegel, principal experto médico del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Más de 100.000 burundeses han abandonado su país en las últimas semanas por las tensiones políticas y la violencia desencadenada por la decisión del presidente de Burundi, Pierre Nkurunziza, de aspirar a un tercer mandato, excediendo los plazos previstos en la Constitución.
La situación es especialmente preocupante en Kagunga, un pequeño pueblo de pescadores junto al lago Tanganica, que separa ambos países, y que ha incrementado su población original, de 11.382 personas, a 90.000 desde el pasado abril.
Actualmente, en Kagunga hay unas 64.000 personas, el 60 por ciento de las cuales son menores, según especificó Christoph Boulierac, portavoz de Unicef, y recordó que los niños son más vulnerables al cólera que los adultos.
Hasta la fecha han muerto 31 personas (dos locales y 29 refugiados), y aunque se sabe que el número aumentará en las próximas horas, Spiegel confía en que la situación pueda controlarse 'en unos días'.
El cólera se transmite a través del agua y la comida contaminada, y los brotes ocurren de forma habitual en situaciones de hacinamiento, como la que se vive en Kagunga.
Además, la enfermedad es endémica en el aérea.
El ACNUR trabaja en estrecha colaboración con el ministerio tanzano de Sanidad, y con la Organización Mundial de la Salud (OMS), Unicef, la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), la Cruz Roja y con la ONG Médicos sin Fronteras en el control de la epidemia, las labores de prevención y la asistencia de los pacientes.
A pesar del brote, las agencias prosiguen con los traslados de los desplazados desde Kagunga hacia el campo de refugiados de Nyagurusu en Kasulu, donde las mejores instalaciones permitirán un trato más óptimo.
'A pesar de la epidemia les trasladamos porque aún llegan refugiados a Kagunga. El flujo no cesa', explicó Spiegel.
De hecho, el ACNUR emitió hoy un llamamiento humanitario de 207 millones de dólares para hacer frente a un flujo de 200.000 refugiados burundeses no sólo en Tanzania, sino en toda la región.
Desde abril, unos 100.000 burundeses han abandonado su país y se refugian en la República Democrática del Congo, en Ruanda, en Tanzania y en Uganda, pero el ACNUR estima que esta cifra se doblará en los próximos seis meses.
Por ahora, las agencias han desestimado vacunar a los refugiados para concentrarse en las labores de prevención y tratamiento, pero Spiegel indicó que el tema se volverá a evaluar una vez la epidemia haya concluido.
La huida de los burundeses comenzó a principios de abril, antes incluso de que el presidente Nkurunziza anunciara que volvería a presentarse a las presidenciales de junio para optar a un tercer mandato.
Esta decisión ha llevado a miles de burundeses a las calles, en protestas violentas que han causado al menos una veintena de muertos, y precipitó un intento de golpe de Estado que fracasó el pasado jueves al ser reprimido por los sectores del Ejército leales al Gobierno.