El consumo per cápita de alcohol en la OCDE ha disminuido ligeramente en los dos últimos decenios, pero la bebida excesiva de algunos colectivos se ha agravado, y con ella el impacto económico y social, con una evolución particularmente preocupante entre los jóvenes y las mujeres.
Esta es una de las principales conclusiones del primer informe dedicado al alcohol por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), que evalúa en el 1 % del producto interior bruto (PIB) las pérdidas sólo en el terreno laboral debidas al consumo nocivo.
Sólo en Europa, el costo de la delincuencia vinculada al alcohol es de 33.000 millones de dólares, mientras que los accidentes de tráfico provocados por esta droga tienen un impacto económico directo de 10.000 millones.
La bebida 'es muy cara para las sociedades', destacó en conferencia de prensa el secretario general de la organización, Ángel Gurría, que recordó que en dos décadas el alcohol ha pasado de ser la décima a la quinta causa de mortalidad y de invalidez en el mundo.
Una escalada que no sólo tiene que ver con la disminución de la afección de otros desencadenantes de muertes (como ha podido ocurrir con el tabaco o con el sida), sino por el incremento de los fallecimientos debidos al consumo excesivo de alcohol.
Un uso excesivo que no necesariamente ponen en evidencia las cifras de consumo por habitante, ya que en el conjunto de los países de la OCDE entre 1992 y 2012 retrocedió un 2,5 % globalmente a 9,1 litros de alcohol puro per cápita y año.
Ese ligero descenso global en el conocido como el 'Club del mundo desarrollado' encierra notables evoluciones, con bajas muy significativas del consumo per cápita en ciertos países del sur de Europa, en particular Italia (-42,5 %), pero también en Francia (-23,6 %), Eslovenia (-22,1 %), Grecia (-21 %), Portugal (-20,6 %) o España (-19 %).
España, con 9,8 litros de alcohol anuales por adulto, se sitúa en mitad de la tabla (decimoctava posición de 34), por encima de la media global de la OCDE (9,1 litros), por debajo de Estados como Alemania (11) o Portugal (10,8), pero por encima de Estados Unidos (8,6), Japón (7,3), Italia (6,1), México (5,1) y, sobre todo Turquía (1,5).
Pero más allá de estos descensos del consumo per cápita, que la OCDE considera un cambio positivo, su responsable de la división laboral y de asuntos sociales, Stefano Scarpetta, hizo hincapié en una tendencia de fondo preocupante que es el hecho de que unos pocos colectivos concentren el grueso de la absorción de alcohol y de las prácticas nocivas.
En términos generales, alrededor de dos terceras partes del volumen total del alcohol se lo beben el 20 % de las personas que más consumen, que obviamente son las que presentan un mayor riesgo de dependencia y de caer en prácticas dañinas como tomar en una sola sesión una gran cantidad de dosis.
Sobre la alcoholización rápida, uno de las constataciones más preocupantes para la organización es que la proporción de menores de 15 años que se han emborrachado han pasado, en los 20 años del estudio, del 30 % al 43 % entre los chicos y del 26 % al 41 % entre las chicas.
Gurría se refirió en especial al hecho de que hay una creciente prevalencia de consumos nocivos entre las mujeres, y que paradójicamente las más afectadas son las que tienen niveles educativos elevados, a diferencia de lo que ocurre con los hombres, un hecho que puso en relación con el medio profesional en el que se mueven.
Ante este nuevo panorama, el secretario general y el director de la división de asuntos sociales señalaron que deben aplicarse políticas centradas en los colectivos que aparece más vulnerables ante esos consumos dañinos.
Y subrayaron que esas políticas deben incluir un abanico de medidas, de una eficacia probada si se aplican conjuntamente, y que incluyen entre otras la fijación de precios mínimos o la tasación de las bebidas, pero también la regulación de la venta del alcohol (con restricciones a ciertos grupos o en ciertos lugares y momentos) y a la prevención de comportamientos de riesgo con los médicos.
'La mayor parte de esas políticas son rentables por sí mismas', señaló Gurría, que añadió que incluso las más costosas son 'más eficaces que la inacción'.
Sobre la base de un análisis en profundidad para Alemania, Canadá y la República Checa, los autores del estudio han calculado que diferentes estrategias contra el abuso del alcohol permitirían ahorrar entre 4,8 y 6 dólares por habitante y año en gastos sanitarios.