El papa Francisco no ha querido olvidar en ningún momento de la Semana Santa que concluye la situación que viven los cristianos perseguidos y mientras mostraba su pesar por su sufrimiento también exigía mayores esfuerzos de la comunidad internacional.
El papa no ha dejado de recordar en los últimos meses el drama que están viviendo los cristianos en muchas partes del mundo, pero la noticia del ataque esta semana contra los estudiantes de esta fe en la Universidad de Garissa, en Kenia, que dejó 154 muertos, ha marcado aún más los mensajes de la Semana Santa.
El predicador de la Casa pontifica, Raniero Cantalamessa, encargado de la homilía del Viernes Santo recordaba como el calvario que vivió Cristo lo están viviendo ahora tantos cristianos que se encuentran 'solos, esposados, torturados, a merced de militares y llenos de odio, que se abandonan a todo tipo de crueldad física y psicológica, divirtiéndose al ver sufrir'.
También Cantalamessa denunciaba 'la inquietante indiferencia de las instituciones mundiales y de la opinión pública frente a todo esto' y advertía de que se corre el riesgo 'de ser todos, instituciones y personas del mundo occidental, el Pilatos que se lava las manos'.
Una denuncia que recogía el papa cuando tras el Vía Crucis del Coliseo recordó también a los cristianos 'perseguidos, decapitados y crucificados por su fe' y aseguraba que esto sucede 'bajo nuestros ojos o con frecuencia con nuestro silencio cómplice'.
Una denuncia que se leía como una critica a la falta de esfuerzos por parte la comunidad internacional para ayudar a las poblaciones afectadas por los ataques yihadistas, que han puesto su mira sobre las comunidades cristianas.
Su última mención llegó este domingo desde balcón de la logia central de la basílica vaticana, a la que se asomó para leer el mensaje e impartir la bendición 'Urbi et Orbi' (a la ciudad y al mundo).
'Pedimos a Jesús victorioso que alivie el sufrimiento de tantos hermanos nuestros perseguidos a causa de su nombre, así como de todos los que padecen injustamente las consecuencias de los conflictos y las violencias que se están produciendo', dijo
Y reiteró su llamamiento a la comunidad internacional para que 'no permanezca inerte ante la inmensa tragedia humanitaria dentro de estos países y el drama de tantos refugiados'.
Pero el papa no se ha limitado a rezar por los cristianos que viven momentos de sufrimiento sino que envió al prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, el cardenal italiano Fernando Filoni, a Irak, para que pasase allí la Semana Santa con la población local y especialmente con los refugiados.
El cardenal, que viajaba por segunda vez a la región, ha pasado estos días visitando todas las diócesis del Kurdistán iraquí, en donde hay varios campamentos de refugiados, muchos de ellos cristianos que huyeron del avance de las milicias de llamado Estado Islámico.
El Vaticano también se ha movido en terreno internacional y a mediados de marzo presentó una moción en la Asamblea del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas en Ginebra bajo el título 'Sostener los Derechos humanos de los cristianos y otras comunidades en Medio Oriente'.
'La situación de los cristianos en Medio Oriente suscita profundas preocupaciones. Tenemos cada vez más motivos para temer seriamente por el futuro de las comunidades cristianas que tienen más de 2.000 años de existencia en esta región, donde el cristianismo tiene su lugar e inició su larga historia', se lee en la declaración del Silvano Tomasi, observador permanente del Vaticano en la ONU.
En el documento se pedía 'sostener la presencia histórica de todas las comunidades étnicas y religiosa erradicas en el medio Oriente (...)'.
Aunque el Vaticano aún no se ha expresado claramente sobre la posibilidad de 'legitimar' posibles intervenciones militares.
El gesto que todos esperan es el posible, aunque aún remoto, viaje del papa para llevar su cercanía a los refugiados en el Kurdistan iraquí, que como desveló Filoni preguntan siempre '¿Cuándo vendrá a visitarnos?'.