Tal como sentenció el tribunal que lo condenó, Óscar López Rivera era un conspirador que formaba parte de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional de Puerto Rico (FALN), una organización clandestina que luchaba porque la isla se independizara de los Estados Unidos.
Durante una entrevista que concedió López Rivera a BBC Mundo en junio pasado, el reo manifesto que su aspiración es regresar a Puerto Rico, de donde salió a los 8 años con su familia rumbo a Chicago, 'a ver el mar'.
En mayo, López Rivera cumplirá 34 años en la cárcel. Es el único de los 16 militantes del FALN que fueron arrestados en aquellos años y que todavía se encuentra tras las rejas. Cuando en 1981 fue detenido cerca de Chicago, el puertorriqueño estaba en la lista de los más buscados por el FBI.
Se había ido a la clandestinidad con otros compañeros en 1976 después que fueran encontrados explosivos y armas vinculados a las FALN.
Para ese entonces, el grupo había reclamado la autoría de múltiples atentados en EE.UU. de los más de 100 que alcanzarían a cometer, que dejaron seis muertos y decenas de heridos.
López Rivera justificó que no les quedó más salida a él y sus aliados que tomar las armas. 'Para poder sobrevivir como pueblo no teníamos otra alternativa'.
'Estamos hablando de un momento de bastante persecución y represión, y queríamos sobrevivir. Usábamos lo que se llama ‘propaganda armada’ para llevar el mensaje de nuestra lucha'.
Han sido tres décadas que han visto cambiar la dinámica política de Puerto Rico y la percepción de la figura de Óscar López, que en el último año se convirtió en el centro de una campaña que pide su liberación.
Esa condición de símbolo es rechazada desde el otro lado por las víctimas de las acciones de las FALN y sus familiares, quienes exigen que López cumpla su sentencia.
Libertad rechazada. López Rivera pudo haber quedado libre en 2009, pero rechazó la posibilidad.
En 1999, el entonces presidente Bill Clinton, ofreció conmutar la sentencia a 13 miembros de las FALN. Salvo López Rivera, todos aceptaron y hoy están en libertad.
Para él la oferta presidencial incluía la condición de cumplir 10 años más en la cárcel con buen comportamiento.
'No me arrepiento de no haber aceptado. Mi experiencia había sido fatal los primeros 18 años en la cárcel y pensaba que sería imposible salir con buen comportamiento después de todo lo que me habían hecho', le explicó López Rivera a BBC Mundo.
'Además, éramos 15 solicitando la clemencia, pero sólo 13 recibimos la oferta, y yo nunca he dejado atrás a nadie, ni en Vietnam, ni en mi comunidad', dice destacando su participación en aquella guerra para la que fue reclutado obligatoriamente.
'Recibí una carta del gobierno de EE.UU. diciendo: ‘si usted no se reporta al centro de inducción en tal fecha, puede encarar hasta 5 años de prisión’, y yo lo que menos quería era ir a la cárcel, así que fui', recuerda.
'Imagínese, ahora llevo 33 años, esas son las ironías de la vida y los retos que tenemos que enfrentar'.
López Rivera tendrá 83 años cuando cumpla el suficiente tiempo encarcelado para poder optar a salir bajo palabra.
Sus abogados subrayan que la realidad política ha cambiado y descartan que una vez libre, López Rivera vaya a reinsertarse en algún tipo de activismo violento en favor de la independencia, tal y como han denunciado sus detractores.