El zoo de Copenhague sacrificó ayer una jirafa de dos años alegando que tenía que evitar futuros problemas de consanguinidad, pese a una intensa campaña pública en internet para salvar su vida y a la propuesta de alternativas.
La dirección de la institución ha defendido que Marius, de dos años, debía ser sacrificada porque el objetivo del zoo es asegurarse que los mejores genes pasan a las generaciones venideras, preservándose así a largo plazo la supervivencia de las especies que acogen.
El centro ha asegurado que sacrifica entre 20 y 30 animales de media al año para que las poblaciones que mantienen se conserven sanas.
De nada han servido las miles de firmas que han recogido varias peticiones populares online, las quejas de varias organizaciones no gubernamentales para la protección de los animales y las ofertas de otros zoos, que se mostraron dispuestos a acoger al animal que Copenhague prefería sacrificar.
El animal murió por un disparo de una pistola de perno, después de que se descartase el empleo de una inyección letal -que hubiese contaminado su carne-, ya que está previsto que sus restos se empleen no sólo para investigación sino también para alimentar a carnívoros del zoo. EFE