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El acuerdo diplomático alcanzado con Irán para que congele temporalmente su programa nuclear es un paso clave hacia el deshielo en la relación de mutua desconfianza con EEUU, según coinciden los analistas, aunque no faltan las voces que alertan de que el único ganador por ahora es Teherán.

Los presidentes de EEUU, Barack Obama, y de Irán, Hasán Rohaní, 'merecen un crédito por haberse resistido a la feroz oposición interna y una historia de 30 años de hostilidad entre ambos países' para llegar al acuerdo sellado durante el fin de semana en Ginebra, resume The New York Times en un editorial.

El pacto entre Irán y el Grupo 5+1 (Estados Unidos, Rusia, China, Reino Unido y Francia más Alemania) establece la congelación del programa nuclear iraní durante seis meses, tiempo en el que se intentará llegar a un acuerdo global y definitivo y se suavizarán las sanciones impuestas a Teherán.

Como recordaba en un artículo Kenneth M. Pollack, analista del Instituto Brookings y experto en Irán, el acuerdo debe ser entendido ante todo como una 'útil e importante medida para construir confianza', en un momento en el que EEUU e Irán necesitan señales de que pueden fiarse uno del otro.

El pacto de Ginebra es 'casi con toda seguridad el mejor acuerdo posible que Estados Unidos y sus aliados podían negociar', opina en la misma línea Anthony Cordesman, experto del Centro de Estudios Internacionales y Estratégicos (CSIS).

Según Cordesman, el acuerdo 'ofrece a Irán un nuevo camino hacia el progreso y el desarrollo' y a Oriente Medio, una esperanza renovada 'en evitar nuevos conflictos y el riesgo de una carrera armamentista masiva'.

Reducción de sanciones

Las sanciones de la Unión Europea a Irán podrían ser reducidas en diciembre, dijeron funcionarios ayer, después de un acuerdo histórico que da a Teherán seis meses para permitir mayor acceso de observadores a sus sitios nucleares. Aliviar las restricciones europeas beneficiará a sectores como las transacciones en petroquímica, oro y otros metales preciosos, transferencias financieras para comprar alimentos y medicinas, y la capacidad de terceros países de usar firmas con sede en la UE para volver a asegurar los embarques de petróleo iraní.