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Katherine Prada se enfrentó a los 22 años al gran reto de ser mamá. En medio de su juventud y finalizando una especialización en Desarrollo Organizacional y Procesos Humanos ‘Katy’, como la llaman sus familiares y amigos quedó embarazada. Cuenta que al principio la noticia la impactó pero luego fue una 'alegría absoluta', pues para ella su hijo William Orozco es un 'milagro de vida'.

'Me dio miedo pero William es un milagro, porque el papá supuestamente era estéril. Él era operado de varicocele, entonces llegó de sorpresa, pero fue bonito porque teníamos una relación muy linda. William llegó como caído del cielo', recuerda Katy. 

Compartir la noticia con su pareja, relata, fue un momento de mucha emoción, era algo más inesperado de lo normal y solo pudo surgir mucha emoción en aquel instante en que ella le dio la noticia al futuro papá.

'Cuando yo le di la noticia al papá se emocionó muchísimo y William es el primer nieto de la familia. En ningún momento se puso en duda que él viniera al mundo porque siempre contamos con el respaldo de todos los familiares'.

Aceptar el reto de ser mamá le dio un giro total a la vida de Katy, pues ahora más que preocuparse por forjar una carrera profesional exitosa y disfrutar de su juventud, tenía que hacerse responsable de la crianza de un bebé, y aunque para ella no fue un camino fácil, hoy no cambia por nada la felicidad de haberse convertido en madre.

'Fue duro porque mientras yo veía a mis amigas rumbeando, en ese momento yo quería estar a la par pero a mí me tocaba cambiar pañales. Fui de las primeras entre mis amigas en tener un hijo, dejé mi vida social a un lado y me dediqué un año completo a él porque después inicié a trabajar, sacrifiqué muchas cosas que de jóvenes uno quiere realizar pero todo valió la pena y quizás por eso hoy soy tan madura'.  

Un año después de haber estado dedicada por completo a la maternidad Katy comenzó a laborar vendiendo carros de alta gama. Afirma que se destacaba como 'la mejor vendedora'. En aquella época el dólar estaba barato pero con el pasar del tiempo se fue al alza y el negocio dejó de ser rentable, por lo que la comunicadora social decidió emprender.

'En ese momento yo dije, tengo que tener algo alterno y ese alterno se me creció y tomé la decisión de renunciar. Me dediqué a mi emprendimiento de ropa por Instagram y fui pionera en eso, porque era algo nuevo. Empecé por ventas virtuales y me di cuenta que eso era lo mío'. 

En medio de ese crecimiento como emprendedora, hace cinco años, Katy tomó la decisión de separarse de su pareja, lo que se convirtió en su motivación para querer salir adelante y seguir haciendo crecer su idea de negocio y establecer un punto físico de la tienda de ropa.

'Cuando yo me separo decidí retarme y emprender nuevos caminos porque una separación es una pérdida emocional, pero tenía claro que no me iba a quedar a llorar sino que me iba a demostrar a mí misma y a todo el mundo que yo sí podía, en ese momento dije: voy a montar una boutique y así fue. Empecé con una multimarca en sociedad con una amiga'.

Hace cuatro años la barranquillera decidió independizarse y con ello nació Pradash, su propia marca de ropa, la cual ha logrado posicionar no solo en puntos físicos sino también virtualmente y con la que además apoya a varias madres cabezas de familia.

'Esta es una marca tropical porque yo soy así, alegre y caribeña. Me identifico mucho con eso y mi marca es mi personalidad reflejada en telas. Yo me encargo de todo, confecciono y diseño la ropa y también viajo a los Ángeles para traer ropa americana'.

Aunque convertirse en una empresaria de la moda le trajo a Katy muchas cargas y responsabilidades laborales, en ningún momento de su vida ha dejado de lado la crianza de su hijo, que también comparte con su papá a pesar de estar separados.

'Es duro y complicado, sobre todo ahora en cuarentena porque tuve mucho trabajo, pero afortunadamente cuento con el papá que me respalda en todo y toca un poquito de allá y un poquito de acá, pero todo es posible', cuenta Katy.

Más que tener una relación de mamá e hijo, Katy y William son cómplices. Ella con 32 años y él con 10 se han enfocado en tener una relación 'trasparente', donde prevalece el amor, el respeto, la comprensión y sobre todo la sinceridad.

'William Andrés es mi mejor amigo, él hasta me aconseja, somos muy unidos y cuando yo tengo cosas que pensar o decisiones que tomar las comparto con él, porque es un niño muy analítico. Tenemos una relación diferente y creo que las personas se han dado cuenta de eso, él sabe todo de mí, yo no le oculto nada, ni él a mí. Quiero que siempre me vea como su amiga'.