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El recuerdo de una vieja silla hecha en zuncho llevó a Rafael Zuñiga a encontrar una idea de negocio. Este samario, de 30 años, es el dueño y fundador de Tucurinca, una empresa que se dedica al diseño, creación y comercialización de aquellos muebles propios del Caribe colombiano que se podían observar en las terrazas o patios de Barranquilla,Cartagena o Santa Marta,por mencionar solo tres ciudades. 

'Identifiqué que existía una silla que no se le había dado nombre de manera formal, no era fácil de reconocer dentro del entorno colombiano como el café o el sombrero vueltiao. Así que desde la perspectiva del negocio era una oportunidad de hacer algo diferente y de darle valor a algo que no tenía inicialmente'.

Fue en una visita a la casa de un amigo suyo en Bogotá lo que le dio el último empujón para convencerse de emprender. Le parecía un 'objeto icónico' que abarcaba una historia detrás del producto, una tradición cultural de su región y sus memorias familiares. Fue así como Rafael empacó sus cosas y en 2014 regresó a Santa Marta para poner en marcha su idea. 

Al llegar, se reunió con sus tíos, uno de ellos dueño de una carpintería y otro de una ferretería. Los tres se pusieron manos a la obra. Uno de ellos lo puso en contacto con un herrero que fabricaba pupitres en la plaza de mercado de la ciudad. De esa visita salieron los primeros prototipos de las sillas. Rafael había llevado unas fotos de referencia y el herrero se basó en ellas para fabricar las estructuras. 

Luego se encargó de buscar a los tejedores para armarla. No fue difícil encontrarlos, era común encontrarlos recorriendo la ciudad en bicicleta para ofrecer casa por casa sus servicios de reparación de estas sillas hechas en zuncho. Cuando por fin encontró a la persona idónea, empezaron a trabajar y a probar con materiales de plástico para 'darles forma'.

El diseño y colorido de las sillas evoca en Rafael un aire a Macondo. Para él, este elemento del hogar encaja en ese fantasioso lugar y en cualquiera de las obras de Gabriel García Márquez. Por eso, en un principio pensó en ponerle Aracataca a sus productos, pero cambió de opinión luego de conocer que la finca de su abuelo también tenía ese aire y estaba ubicada en Tucurinca, corregimiento de la Zona Bananera (Magdalena), cerca a Aracataca.