Stephanie Escobar es una odontóloga que se ha dedicado a dibujar sonrisas, sobre todo en el rostro de mujeres que han tenido una vida difícil. Con 33 años, la soledeña es madre de dos hijos, Sofía, de nueve años, y Samuel, de 10, quienes —afirma— son los 'dueños de su corazón y por quienes ha luchado cada instante de su vida'.
Se recibió como odontóloga en la Universidad Metropolitana de Barranquilla hace más de tres años para luego continuar con una residencia en Estética, en Bucaramanga; lo que le permitió establecer su consultorio odontológico en Soledad para luego crear su propia clínica hace un año y cuatro meses en la capital del Atlántico.
Además de dedicarse a su centro odontológico, Stephanie se ha concentrado en ayudar a mujeres vulnerables o a madres cabezas de hogar, empleándolas también en su centro de belleza, negocio que nació no solo con la intención de emplear a mujere, sino también con el propósito de que pudieran acceder a sus servicios con un módico precio.
Su afinidad de trabajar con mujeres nace desde su experiencia, pues la odontóloga cuenta que a pesar de ser hija única y contar con el apoyo de sus padres le tocó 'levantarse sola' al salir de su casa y por eso conoce el esfuerzo que conlleva tener que trabajar para sacar adelante a sus hijos y su carrera.
'Muchas personas a veces te cierran puertas porque no eres profesional o porque tienes hijos. Yo gracias a Dios pude terminar de estudiar y darle un bienestar a mis hijos y hoy por hoy valoro todo ese esfuerzo que hace cada mujer que es cabeza de hogar para sacar un hijo adelante porque también lo viví y me tocó duro'.
La soledeña afirma que en medio de su camino siempre ha tenido el apoyo de su madre, a quien le agradece por educarla como una mujer 'fuerte, independiente y trabajadora', formación que no solamente le ha servido para realizarse como odontóloga, pues en medio de su carrera universitaria —hace cinco años atrás— Stephanie para 'rebuscarse' empezó a vender vestidos de baños.
En aquel momento los comercializaba por redes sociales, pero le fue robada la cuenta y solo siguió vendiendo a amigas y conocidas. Esa iniciativa volvió a renacer y actualmente está próxima a lanzar su propia línea de vestidos de baño, llamada Mágica.
'Son vestidos de baño realizados a la medida de la mujer que lo desee porque cada una de nosotras se conoce su cuerpo y solo nosotras sabemos qué queremos mostrar y qué no. Mágica será una línea de vestidos de baño para todo tipo de mujeres y por eso nuestra campaña de marketing es con mujeres reales y diferentes'.
La soledeña dice 'deberle' mucho de su progreso a su tierra natal, pero también a Barranquilla, lugar que afirma la acogió de gran manera profesionalmente aun en medio de la pandemia.
'Los barranquilleros aprovecharon mucho la coyuntura del covid para sacar tiempo y preocuparse por su salud oral que quizás antes no podían por tantas ocupaciones. Barranquilla conmigo ha sido muy agradecida y gracias a eso creo que no me pegó tan fuerte la crisis sanitaria como a otros sectores a pesar de que estuvimos cerrados por un tiempo'.