Compartir:

José Alejandro Roca no niega sus raíces. Con un tono de voz firme dice que nació en México, pero ocho años después migró con sus padres hacia Colombia. Su primaria y bachillerato los realizó entre Barranquilla y Santa Marta, mientras que su formación profesional en Ingeniería de Diseño de Producto se dio en Medellín.

Luego obtuvo el título como especialista en Gerencia de Diseño de Productos y posteriormente aterrizó en Italia, donde llevó a cabo una maestría de doble titulación en Diseño de Interiores y en Diseño de Producto. A su vez decidió quedarse en el territorio italiano para trabajar durante un año y medio en un estudio japonés, donde pudo desenvolverse como diseñador. Después de ese periodo regresó a Medellín, donde tuvo la oportunidad de sumarse a un proyecto de algunos de sus compañeros de universidad, que consistía en la representación gráfica. 'Principalmente se realizaban las imágenes para los proyectos arquitectónicos y de interiorismo, así como algunos temas más publicitarios como, por ejemplo, páginas web'.

Paralelo a esto se dedicó a ser profesor de las materias proyecto 1, Dibujo para la creación y Modelación 3D, en el Departamento de Ingeniería de Diseño de la Universidad EAFIT. En medio de sus ocupaciones, y durante su tiempo libre, le apuntó a diseñar, bajo su nombre propio, objetos de diseño para el hogar, respondiendo a una necesidad personal.

'En el proceso me di cuenta que todo lo que hacía podía llegar a ser comercializado y así lo hice. Dentro de las propuestas que he desarrollado han estado luminarias y objetos para el hogar (...) Cada vez que creo cualquier objeto pienso primero en que un buen diseño no es el que funciona y ya, sino que es aquel que da gusto usar. Además está la conexión que se puede generar con el objeto, así que la mejor forma de relacionarnos es contando una historia alrededor de este'.

En 2019 —manifiesta— surgió en él la idea de crear una alcancía, a partir de una necesidad propia.

'Cuando salía a la calle me entregaban muchas monedas, así que cada vez que llegaba a la casa las guardaba en un botella de vidrio de leche, pero esta se llenaba muy rápido. Después me fui por el lado de los tarros metálicos de café, pero me empecé a llenar de muchos objetos, así que me dediqué a buscar alcancías que me sirvieran, pero encontré que eran objetos que uno quería mantener ocultos y a partir de ahí pensé en que deseaba una alcancía que no solo guardara monedas, sino que también me gustara visualmente'.

Su idea trascendió a tal punto de convencerse a sí mismo de lograr una alcancía que se convirtiera en un objeto de exhibición y que se integrara con la decoración del hogar. Fue así como en este punto le dio paso a la búsqueda de referentes para desarrollar el producto final.

En el proceso no solo analizó lo local, sino que también buscó en el mercado internacional, encontrándose cara a cara con el cuestionamiento: ¿por qué buscar inspiración en el extranjero y no en lo nuestro?

'Al enfocar mi diseño a la inspiración colombiana pasé a indagar qué era lo que podía tomar como referente. Pensaba en que este país era muy diverso, con las culturas de sus regiones muy marcadas, pero luego dije que tenía que encontrar algo que nos integrara como comunidad y ahí fue que encontré a la comunidad de los Muiscas, que existió a lo largo y ancho del país. En ellos descubrí la leyenda El Dorado, que cuenta la historia en que estos indígenas, en una noche específica del año, realizaban un ritual, por medio del cual bañaban de oro a su cacique y lo montaban en una balsa llena de riquezas que se dirigía hacia el centro de la laguna de Guatavita, donde arrojaban las riquezas como forma de ofrenda a los dioses para pedirles bienestar para su comunidad'.