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La modelo e influencer Kendall Jenner acordó pagar la suma de 90.000 dólares para conciliar una demanda interpuesta contra ella en relación al fallido Fyre Festival, un supuesto evento musical de lujo planificado para abril de 2017 y en cuya promoción participó, pero que nunca llegó a celebrarse.

Jenner, que publicó un post de Instagram impulsando el festival, zanjó así una denuncia presentada por un grupo administrador de quiebra que está tratando de recuperar el dinero que fue gastado en la organización del festival en nombre de los acreedores que prestaron los fondos para el evento.

Junto a Jenner, que recibió dinero por la promoción del festival, también han sido denunciados otros artistas que iban a participar en la gran fiesta, que fueron pagados por sus actuaciones por el organizador del evento, Billy McFarland, y que luego no tuvieron lugar como Migos, Pusha T, Blink-182 y Lil Yachty.

Los términos del acuerdo aparecen en documentos presentados este martes ante el Tribunal de Quiebras de Manhattan (Estados Unidos), en el que consta que Jenner, que tiene 129 millones de seguidores en Instagram, recibió de la compañía de McFarland, Fyre Media, 250.000 dólares por la publicación de una promoción del evento y 25.000 dólares más pocos días después.

Jenner ha negado cualquier tipo de responsabilidad relacionada con la demanda y el acuerdo fue alcanzado después de que el administrador de la quiebra, Gregory Messer, y la modelo pactaran una mediación el año pasado.

Las leyes de quiebra en Estados Unidos dan la posibilidad a los administradores de la misma a recuperar pagos hechos por la compañía antes de la bancarrota. El descalabro del festival ha desembocado en numerosas demandas civiles y es el protagonista de varios documentales emitidos en las plataformas digitales Hulu y Netflix, mientras que McFarland, el fundador del evento, cumple una condena de cárcel de seis años por fraude.

Varias modelos promovieron el Fyre Festival en sus perfiles de la red social Instagram, lo que dio gran visibilidad al lujoso evento, por el que jóvenes de alto poder adquisitivo pagaron miles de dólares en concepto de entradas, hospedaje y comida.

En su material promocional, el Fyre Festival, cuyas entradas valían entre 4.000 y 12.000 dólares, vendía varios días de conciertos en una isla privada de las Bahamas, que supuestamente había sido propiedad del narcotraficante Pablo Escobar.

La organización prometía a los asistentes un traslado en aviones privados, y dispondrían de villas a pie de playa y opulentas comidas antes de acudir a conciertos de populares grupos y cantantes.

Sin embargo, muchos de los asistentes mostraron en las redes sociales tiendas de campaña a medio erigir equipadas solo con colchones mojados por la lluvia, simples sándwiches de queso, traslado en aviones comerciales y autobuses escolares, falta de letrinas móviles, y una atención al público prácticamente nula.

Tras más de un día de espera, el evento fue cancelado por la evidente falta de recursos.