De aspecto curioso y un tanto inquietante, los muñecos Labubu se han convertido en una de las tendencias globales más inesperadas del último año. Nacidos en China, estos personajes peludos y de orejas puntiagudas han conquistado vitrinas, redes sociales y el gusto —o la controversia— de miles de personas alrededor del planeta.
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Los Labubu son parte de la serie de juguetes ‘The Monsters’, ideada por el artista hongkonés Kasing Lung. Con grandes ojos, una sonrisa pícara que exhibe exactamente nueve dientes y cuerpos de felpa, estas figuras no tardaron en llamar la atención fuera del público especializado. Lo que empezó como un fenómeno local en Asia, rápidamente captó el interés de coleccionistas y celebridades en Occidente.
Figuras como Rihanna, Dua Lipa, Lisa de Blackpink y Kim Kardashian no han ocultado su fascinación por los Labubu, contribuyendo a disparar su popularidad. La cantante barbadense, por ejemplo, fue fotografiada con uno de estos muñecos colgando de su bolso de diseñador, mientras que Kardashian compartió en redes su colección personal.
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Pero más allá de los reflectores, la fiebre por los Labubu ha desencadenado largas filas en tiendas de varias ciudades y, en ocasiones, incluso enfrentamientos entre compradores desesperados por conseguir uno. “Percibes una gran sensación de éxito cuando logras conseguir una entre la competencia tan feroz”, comenta Fiona Zhang, fanática y coleccionista radicada en Canadá.
Detrás de esta tendencia está Pop Mart, empresa china que en 2019 adquirió los derechos para producir y distribuir las figuras de ‘The Monsters’. La compañía, famosa por sus “cajas sorpresa” donde el comprador desconoce el contenido exacto hasta abrir el paquete, encontró en Labubu un nuevo ícono capaz de atraer tanto a jóvenes como a adultos nostálgicos o coleccionistas.
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Según datos de Pop Mart, el éxito de estos personajes ha tenido un impacto significativo en sus ingresos y, de paso, ha fortalecido la proyección cultural china en el exterior. Voces como la de la agencia oficial Xinhua destacan a Labubu como un ejemplo de la creatividad y el diseño chino que logra conectar con audiencias globales.
El fenómeno, además, ha dado pie a un mercado paralelo donde las ediciones especiales o las figuras más codiciadas pueden alcanzar precios muy por encima de los 18 a 50 dólares que cuesta un Labubu en su versión estándar. La emoción se intensifica entre quienes logran encontrar los llamados “perseguidores”, ediciones limitadas que, para algunos, son el verdadero trofeo de la colección.
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La popularidad de Labubu, como muchas modas virales, se alimenta de una mezcla de nostalgia, exclusividad y el efecto amplificador de las redes sociales. Aunque su apariencia genera opiniones divididas —algunos los consideran adorables, otros simplemente extraños—, su presencia es ya ineludible en vitrinas, perfiles de Instagram y, por supuesto, en las manos de miles de compradores ansiosos por abrir una caja y descubrir qué criatura les ha tocado esta vez.