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Cuando John Lennon fue asesinado el 8 de diciembre de 1980 a manos de Mark David Chapman, dejó unas 200 horas de audios y videos, la mayoría nunca exhibidos públicamente. Mucho de este material casero fue mutando con el tiempo a la categoría de películas documental que apuntan a concebir una semblanza íntima y a la vez desconocida del ex Beatles. Esta idea doméstica de mostrar la vida idealizada de John Lennon siendo en apariencia un hombre común, contradictorio, complejo e idealista, a veces confundido, no siempre muy feliz, pero un gran artista de todos modos, sería el énfasis que tomaría su legado póstumo.

Al fallecer sus herederos promovieron una especie de cruzada mediática por humanizar a Lennon, algo que comenzó el propio músico tras romper con The Beatles, afianzando cada vez más la imagen de un músico políticamente comprometido con las causas sociales del momento. John Lennon no deseaba ser un Beatles, ni siquiera un ex Beatles, quería ser un artista reformado, una especie de Bob Dylan en sus primeros días componiendo canciones contra la guerra y marchando por los derechos humanos en las calles neoyorquinas. Un hombre que abandonaba el Olimpo del Pop para congraciar su nueva faceta de pacifista.

En 1972, Lennon publicó el emblemático álbum Imagine, cuyo lanzamiento vino acompañado de un documental promocional con el mismo nombre. La cinta, criticada por considerarse «la película casera más cara de todos los tiempos», documenta parte del proceso de grabación del álbum homónimo en Nueva York y Reino Unido. Imagine presenta una interpretación visual de cada canción del LP, intercalada con fragmentos ocasionales de la vida de Lennon y Yoko Ono, así como secuencias de montaje sobre instantes de una atmósfera fantasiosa en las que la inseparable pareja juguetea ante las cámaras. En su aspecto, la película figura como lo que es: una pieza publicitaria disfrazada de documental en tiempos donde el videoclip aún no existía. El documental no pretende nada más promocionar el trabajo musical, también urge en vender el cuadro de una pareja feliz, saludable y productiva, la de un artista generoso que antes huía de las masas desaforadas y ahora accede abrir las puertas de su propia casa. Cierto, aparecen muchas imágenes de las sesiones en Tittenhurst Park (donde vivían John y Yoko en ese momento) de las cuales surgió el álbum, pero hay casi tanta revelación de sus vidas más allá de las grabaciones musicales.

Como toda película casera, la cinta resulta engañosa. Cuando las personas se graban a sí mismas, o entre ellas, son muy conscientes de la cámara, y gran parte de su comportamiento es el rendimiento consciente de sí mismo. Es lo contrario del cine verdadero. Solo cuando un tercer observador discreto sostiene la cámara que se obtiene una visión verdaderamente documental. Y el problema subyacente con Imagine es que John y Yoko sostienen la cámara demasiado tiempo, simbólicamente, de todos modos. La película muestra la cara que giraron hacia el mundo, no las caras que giraron entre sí.