Gabriel García Márquez, a los 40 años, está corrigiendo las pruebas de una novela de 490 páginas, que este año dará mucho que hablar. Hay razones suficientes para creer que Cien años de soledad –tal es el título–, será la mejor novela colombiana escrita en el último cuarto de siglo y, desde luego, la mejor del autor.
Es el quinto de sus libros y la cuarta de sus novelas. Antes ha publicado: La hojarasca (Bogotá, 1955; Lima, 1962; Montevideo, 1965), El coronel no tiene quien le escriba (Bogotá, 1959; Medellín, 1961; México, 1963 y 1966), La mala hora (Madrid, 1962; México, 1966) y Los funerales de la Mamá Grande (México, 1962). Todos esos libros están contratados por la Editorial Sudamericana de Buenos Aires, para ediciones de bolsillo y el primero, los cuentos de Los funerales, aparecerá en julio de 1982. Casi todos han salido ya, o están próximos a salir, en ediciones francesas, inglesas, italianas, alemanes, holandesas y romanas. Inicialmente, la Editorial Sudamericana contrató la nueva novela de García Márquez para una edición de 10.000 ejemplares, con base en la lectura de los tres primeros capítulos. Hace un mes, al leer las pruebas de toda la obra, los directores de la editorial argentina decidieron doblar el tiraje. Esperan vender la primera edición en el curso del año. Mario Vargas Llosa, el excelente novelista peruano de La ciudad y los perros y La casa verde, la recomendó a los editores franceses y norteamericanos de sus libros, diciendo que «es lo mejor que se ha escrito en muchos años en la lengua castellana». En francés, Cien años de soledad será publicada en Les éditions du Seuil y en Estados Unidos se están disputando la traducción y edición en inglés dos importantes editoriales: Harper & Row y Coward McCann, que hacen de la oferta de 10.000 dólares, la más alta que una casa editorial haya pagado hoy por la primera edición de un libro colombiano.
UN PERSONAJE: ARACATACA
Cien años de soledad es la culminación y la conclusión definitiva del ciclo de Macondo y significa el tránsito hacia nuevos temas y nuevos personajes. Macondo, el pueblo costeño de sol abrumador y calor inaguantable y de amplias calles arenosas, es la Aracataca natal del autor, un poblado magdalenense que, vivió mejores épocas en los años del auge del cultivo y exportación del banano. En Aracataca, como en Ciénaga y otras poblaciones de la Zona Bananera, fueron muchas las noches en que se bailó la cumbia la luz de los billetes de cien pesos –en vez de espermas– encendidos por los bailadores. García Márquez, al transformar a Aracataca en Macondo, ha hecho algo similar a lo que hizo William Faulkner al dar el nombre de Jefferson a su ciudad de Oxford.
En Cien años de soledad García Márquez no se atiene solamente a los hechos reales, sucedidos históricamente, y en los cuales participan los personajes por él creados, tales como las guerras civiles, la llegada, establecimiento, esplendor y retirada final de la United Fruit Company, la represión y masacre por la huelga de las Bananeras en 1928, sino que introduce por primera vez en su creación elementos fantásticos y así, en ella, las alfombras vuelan, los muertos resucitan, hay lluvias de flores y, al morir, Remedios la Bella sube directamente al cielo, a la vista de las gentes y sin que el hecho resulte increíble para el lector. Cien años de soledad comenzará a circular en toda América Latina en mayo próximo y según anuncia su autor, el libro incluirá una genealogía y una tabla cronológica para distinguir los personajes «porque los Buendía tenían la costumbre de poner a sus hijos los mismos nombres de los padres y, a veces, todo se vuelve confuso». En los cien años de la historia, hay cuatro José Arcadio Buendía y tres Aureliano Buendía. García Márquez agrega: «Este es tal vez el menos misterioso de mis libros, porque el autor trata de llevar al lector de la mano para que no se pierda en ningún momento ni quede ningún punto oscuro. Aquí están dadas casi todas las claves. Se conoce el origen y el fin de los personajes, y la historia completa de Macondo».
GUERRAS CIVILES
Arcadio amaba los pájaros y llenó con ellos el pueblo. Tenía inclinación muy marcada hacia las ciencias y los inventos y a ello –y a su demencia– contribuyó en no escasa medida la alterable amistad que le unió a Melquiades, un gitano visionario que a la cabeza de su tribu llegaba periódicamente a su mundo, llevando verdaderas ideas como el telescopio, un mapa viejo de mar, una lupa para corregir los rayos solares, unas alfombras voladoras. José Arcadio llega un día a un pavoroso descubrimiento: la redondez del mundo. Y llega a él con los sextantes, los astrolabios y las brújulas que le han cedido su amigo Melquiades. Ya definitivamente loco, José Arcadio muere, sobrepasando los 100 años, delirando en latín y discutiendo de teología con el cura.
El otro personaje principal, el coronel Aureliano Buendía, es figura destacada en los demás libros de García Márquez y en Cien años de soledad alcanza una dimensión y un peso y un tamaño de persona viva, realmente extraordinarios. Este es «el miembro más importante de la segunda generación, que hizo 32 guerras civiles y las perdió todas». A lo largo de su vida de aventuras, el coronel Aureliano engendró 17 hijos naturales que fueron asesinados todos, casi simultáneamente y en distintos lugares, por los enemigos políticos de su padre. Aureliano, que a lo largo de la novela y de su vida realiza verdaderas proezas inútiles y escapa milagrosamente del pelotón de fusilamiento, muere orinando orgullosamente en el patio de su casa.
Cien años de soledad no es solamente la azarosa biografía del coronel Aureliano Buendía, sino la historia de toda su familia, desde la fundación de Macondo, hasta que el último de los Buendía se suicida 100 años después y acaba la estirpe.