Mariel Bolaño es madre de dos hijos, Johan Collante, de 15 años, y Ángel, de 8. Ella, al igual que muchas madres, está también de ‘vacaciones’ de colegio, una temporada de descanso con sus hijos en la que no hay controles, tablas de multiplicar o lecciones de historia que revisar o ayudar a realizar.
Tiene claro que en un par de días la rutina regresará, aunque eso no la espanta porque 'ya Johan y Ángel están acostumbrados' a cumplir con sus deberes.
'Al mayor le di buenas bases en la primaria para que aprendiera a afrontar la responsabilidad. Su rutina es: llega del colegio, almuerza, se reposa y se pone a hacer tareas. Si necesita ayuda me pregunta', cuenta.
Ángel hace casi lo mismo. Llega del colegio, almuerza, se reposa, hace una siesta no muy larga —aclara Mariel— y en la mesa revisan el control sobre las tareas. 'No se las hago, pero sí lo oriento'.
'Ahora está con el tema de multiplicación y si no sabe le explico, si hay que recortar le ayudo. Lo voy habituando a que él mismo vaya haciendo sus cosas. A las 5 o 6 de la tarde está desocupado', sostiene Mariel.
Jael Pacheco, psicóloga de permanencia académica de la Universidad Autónoma del Caribe, explica que lo primero que se debe hacer es 'mirar dificultades y fortalezas que tuvieron el semestre pasado. Buscar ayudas y fortalecer falencias'.
Además, es importante 'analizar técnicas y métodos de estudio para ver cuál es el mejor, cuál facilita el entendimiento del alumno'.
La clave, afirma Mariel, es una: La tarea se hace enseguida, no se deja acumular. Además es un trabajo en familia porque su esposo, Moisés Collante, ayuda cuando de manualidades o temas de matemáticas o física se trata. 'Es algo en conjunto'.
Sus hijos, indica, siempre han ocupado los primeros tres puestos en sus cursos. 'No tengo quejas académica ni disciplinarias'.
La psicóloga Pacheco indica que hay que definir un horario en el que se tenga claro cuál es el tiempo libre tanto del padre como de los estudiantes para llegar a un acuerdo y hacer un equipo, 'retomar una triada importante de la educación: institución, padre y alumno'.
La motivación para Johan y Ángel ha sido que por cada gran noticia académica que lleven a su casa existe un premio. No se trata de algún lujo o algo costoso, pero sirve para que busquen día a día luchar por ser mejores y adquirir 'responsabilidad y compromiso', valores que Mariel considera indispensables para su futuro.