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Los hermanos Adriana y Bernardo Mancini, y su socio y amigo Orlando Zúñiga recibieron el testimonio de una de las marcas más queridas en Barranquilla hace dos años. En sus manos está Dulcerna, una organización que nació en 1976 (primero que estos inversionistas) y que es recordada desde su nacimiento por la preparación de recetas secretas, tradicionales y fórmulas de galletas, tortas, pasteles navideños, deditos de queso, ‘kibbeh’, café capuchino, brazos de reina entre otros delicatessen.

Dulcerna pasó de tener cuatro puntos en 2017, tras su venta a los Mancini en una negociación calificada por los nuevos propietarios de 'amigable', a 13 tiendas y más de 335.000 personas atendidas en eventos, corporativos y eventos privados en 2019. 'Es una marca con un potencial enorme en la costa. Está en el corazón de la ciudad. Apenas la agarramos nos enamoramos de ella. Obviamente sabíamos lo difícil que es construir una marca de cero', dice Bernardo Mancini, ingeniero industrial y gerente de la empresa.

Los Mancini y Zúñiga están en la nueva tienda en el centro comercial Plaza del Parque, atentos a lo que piden sus clientes, a entregar la carta. El local expone el nuevo concepto de marca desde su composición y arquitectura. Allí predomina el color rojo, en el fondo, en las sillas y resalta el logo de la marca que une cuatro letras ‘d’ formando una figura particular. En dos paredes blancas están delineados de rojo dibujos animados de cuatro generaciones junto a una mujer de cabello abundante, ensortijado que toma café y crea una atmósfera.