Howard Angulo ha estado a punto de tirar la toalla con su emprendimiento: Corozo. Hace un mes su hijo de 6 años lo frenó. Disfrutaba con él un encuentro y Gerónimo José le había leído su tristeza. Lo vio preocupado. Esa tarde Howard Angulo había llegado cargado de preguntas sobre cómo encontrar soluciones a las deudas y pagos de su microempresa creativa que elabora artesanías de colección en madera seleccionada y promueve la Región Caribe con obras a mano: la bola de trapo y pinturas de artistas locales.
Gerónimo José lo invitó a jugar con un aparato móvil, lo sacó de su emoción y juntos disfrutaron. Al final el niño dijo: 'Papá perdimos en el juego'. Un silencio como pausa y respiro, y el hijo agregó: 'Tranquilo hay que seguir adelante'.
Howard Angulo, de 35 años y administrador de empresas, recuerda que se le aguaron los ojos. Dice que había recibido esas palabras como la voz que necesitaba calmar los pensamientos. 'Cada vez que digo no más, hay un aliento. Sentí la voz de Dios que me habló con mi hijo. Al día siguiente me levanté y aquí estoy con mi proyecto de vida'.
Corozo es hijo de experiencias con jóvenes, el juego, el emprendimiento social y el Caribe. Su creador pasó por Haití, donde hizo pasantías de su pregrado en Los Cayos, comuna del sur de la isla, y una madrugada de regreso a su apartamento evitó una agresión sexual contra una menor. Se la arrancó al agresor y la llevó a donde la madre.
–¿Qué pasa?–preguntó la mamá de la niña a Howard Ángulo.
Howard contó lo ocurrido, la mujer escuchó, tomó a la niña de su brazo y la haló hacia dentro de la casa.
–Me acabas de quitar la comida de una semana– dijo la madre de la menor.