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La declaratoria del Carnaval de Barranquilla como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad por la Unesco (2003), ha reforzado y transformado la dinámica de las fiestas. La puesta en escena de la cultura con sus intérpretes en desfiles, eventos musicales privados y públicos, está orientada para un espectador ávido que, en el goce, busca un acercamiento. Y detrás de las manifestaciones hay un ecosistema económico, de negocios y pequeñas empresas de servicios con experiencia e inversión.

Dos de esas líneas de actividades para el montaje y la producción de espectáculos en el preámbulo y durante la mayor fiesta del Caribe colombiano son el sonido y las plantas eléctricas. Natividad Cabrera, directora de la Corporación Artística Identidad, reconoce que es un negocio con mucha demanda. 'Las organizaciones culturales y los artistas las necesitamos para los eventos'.

La comparsa Afrocaribe tiene 23 años de presentación en desfiles del Carnaval con amplificación de sonido y planta eléctrica sobre tráiler. El director de esta organización, Marlio Cortés, dice que en la actualidad es uno de los rubros más altos del presupuesto. 'En tres días de las fiestas invertimos unos $90 millones y en promedio son $13 millones destinados para la amplificación y costos de estos equipos, que se elevan mucho por la demanda que hay. Recuerdo que cuando iniciamos pagamos $700.000 por esos servicios. Hoy tenemos que recurrir a otras actividades para pagarlos'. Los hermanos Lisandro y Camilo López, organizadores de Noche de Tambó, cuentan cómo su evento, que ha reunido durante 24 ediciones a músicos e intérpretes de la cumbia, el son, chalupa y otros aires del río Magdalena, arrancó sin amplificación. Lisandro evoca que comenzaron como el ‘pelao’ cuando está chiquito: 'Se pone lo que tú le llevas. Y cuando crece, el ya pide una marca'.

'Pasamos de 500 personas a lo que es hoy un evento masivo. La primera edición fue cantando a capela en 1994 con el apoyo de El HERALDO y en el segundo año fue con un ‘sonidito’. En esa edición no teníamos para pagar los gastos y nos tocó rifar unos tambores, que costaron más de $350.000, y reunimos $250.000', agrega Lisandro Polo.

La construcción de una teoría, que se denomina 'tarimización de la cultura', es objeto de estudio e investigación del periodista y escritor David Lara Ramos. En ella identifica la estructura de las expresiones artísticas como experiencia vital, territorial y se convierte en mero espectáculo. 'Las manifestaciones culturales en su origen, en su territorio, no tienen los elementos tecnológicos y al representarse en espacios como la tarima, espacio que prioriza la relación con el espectador, la experiencia cultural se hace espectáculo y se simplifica', analiza Lara Ramos.

Lisandro Polo destaca que la Noche de Tambó es un espectáculo para reivindicar al músico y darle el valor que se merece. 'Hoy los costos de la infraestructura, sonido, pantallas pueden valer hasta $9 millones. El total, que incluye otros eventos de la fundación, y que apoya el Distrito, puede ser unos $200 millones'.