La seguridad, la ilegalidad en la comercialización del fruto de la palma de aceite, así como la disponibilidad de mano de obra, son las tres grandes preocupaciones del sector palmicultor del país en el último año.
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En el marco del 52° Congreso Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite, que se lleva a cabo del 12 al 14 de junio, en Bucaramanga, se dio a conocer los factores que están afectando la producción y el mercado de este producto de la cadena agroindustrial de la que hacen parte actualmente 7.552 palmicultores.
De acuerdo con Nicolás Pérez Marulanda, presidente de Fedepalma, se requiere de una atención prioritaria de estos puntos que vienen impactando el sector para que se pueda mantener el buen desempeño que por años ha registrado en el cultivo y comercialización de este producto.
El directivo señaló que la seguridad es uno de los puntos de mayor preocupación en el sector. Indicó que en el último año las acciones delictivas en las zonas palmeras han aumentado un 33 %, llegando a cerca de 2.152 hechos registrados en el país.
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“Ejercicios de revisión desde la federación nos indican que al menos las dos terceras partes de nuestros agremiados se han visto afectados por conductas delincuenciales durante el último año. Esto, sumado a la creciente presencia de actores ilegales en gran parte de las zonas palmeras, nos ha obligado a plantear propuestas para enfrentar el deterioro de las condiciones de seguridad”, refirió.
Pérez sostuvo que en concordancia a ello se han generado espacios de diálogos directos entre los palmicultores y las autoridades tendientes a fortalecer los canales de denuncia y la conformación de redes de apoyo y seguridad en las diferentes zonas palmeras del país.
De igual manera, establecer acciones de prevención y disuasión acorde a las dinámicas de cada territorio. Estos espacios han contado con empresas agremiadas a Fedepalma, el Ministerio de Defensa, el Gaula y la Dijín de la Policía Nacional, así como el Gaula de las Fuerzas Militares.
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Por otra parte, manifestó que el sector también enfrenta problemas de seguridad jurídica, por lo que instó al Gobierno nacional a través del Ministerio de Agricultura establecer unas políticas claras que le permitan una estabilidad a los productores.
“La seguridad jurídica también se ha deteriorado trayendo consigo incertidumbre e inestabilidad. Esta incertidumbre constituye uno de los desafíos críticos que enfrenta el sector para su desarrollo y crecimiento de mediano plazo, aspecto que está por fuera del control de los productores, y que requiere una política clara del Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural y de todo el Gobierno nacional. La expedición de resoluciones sin consulta y propuestas que desconocen la normativa específica que rige nuestros instrumentos parafiscales genera mucha preocupación”, anotó.
En el caso de la ilegalidad en la comercialización de fruto de la palma de aceite, el presidente de Fedepalma indicó que se viene agravando con el mal uso de la figura de ordenantes de maquila que termina por debilitar el modelo de núcleos palmeros basado en la relación entre plantas extractoras y palmicultores.
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“El mal uso de esta figura (ordenantes de maquila) por parte de personas externas a nuestro sector ha promovido la proliferación de básculas informales, especialmente en las zonas Central y Norte, que vienen debilitando la relación entre núcleos y proveedores, fomentando una cultura de informalidad que socavan el modelo de comercialización transparente que siempre nos había diferenciado del resto del sector agropecuario”, dijo.
El directivo sostuvo que se han identificado 29 básculas informales en el Magdalena Medio y en la Costa Atlántica. Además que se han instaurado denuncias ante la Superintendencia de Industria y Comercio, así como 8 denuncias penales y 6 civiles contra ordenantes de maquila por peculado. Estas últimas están en manos de la Fiscalía General de la Nación.
Precisó que los ordenantes de maquila tienen una deuda de $10.000 millones con el Fondo de Estabilización de Precios (FEP), afectando –según dijo– su buen funcionamiento y poniendo una carga financiera adicional sobre los palmicultores que están haciendo las cosas de acuerdo con las reglas del juego.
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“Nuestro modelo de comercialización del fruto y el aceite de palma es un activo valioso que debemos defender, especialmente su formalidad. Es crucial conocer a quién se le vende el fruto y a quién se le compra. Con quién establecemos nuestras relaciones comerciales importa, recordemos que este es un negocio a largo plazo y es necesario garantizar que todos los eslabones de la cadena compitan en igualdad de condiciones, cumpliendo con las obligaciones legales que les corresponden”, apuntó.
Fedepalma pidió a Minagricultura apoyo para avanzar en un programa masivo de formalización de la propiedad para los palmicultores.
“Este programa permitirá legalizar los títulos de propiedad, registrar sus tierras adecuadamente y mejorar el acceso al sistema financiero, facilitando las inversiones e impactando la calidad de vida en 21 departamentos palmeros del país”, precisó.
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Como tercera preocupación del sector palmicultor tiene que ver con el incierto panorama en el relevo generacional de esta labor agrícola en el cultivo y producción de la palma de aceite, es decir la disponibilidad de mano de obra.
“De acuerdo con el Dane, el 2023 fue el año con el menor número de nacimientos en la última década. Más aún, la reducción sistemática en los nacimientos se ha acelerado en los últimos años, con caídas equivalentes a 63 mil nacimientos menos que en 2022 y 160 mil menos que hace tan solo una década”, refirió Pérez Marulanda.
Sostuvo que esta transición implicará una disminución progresiva de la fuerza laboral, por lo que señaló que se necesita ser más eficientes y optimizar la gestión del talento humano.
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“En este congreso hemos priorizado el análisis en dos frentes: la optimización de la mano de obra, y los avances en incorporación de tecnología aplicada a la palmicultura. Este es un tema que abarca diferentes aspectos como el relevo generacional y la necesidad de hacer de esta agroindustria un sector atractivo para la gente joven. Esto no solo implica fortalecer o crear condiciones que los atraiga y retenga, sino también fortalecer desde el sector la relación con las comunidades aledañas como un ejercicio deliberado”, explicó el presidente de Fedepalma.