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El Banco Mundial afirmó que Colombia tiene uno de los niveles más altos de desigualdad de ingresos en el mundo; el segundo más alto entre 18 países de América Latina y el Caribe (ALC), y el más alto entre todos los países de la OCDE.

El coeficiente Gini del ingreso del hogar (una medida estándar de desigualdad) alcanzó 0,53 en 2019, después de pagar impuestos y recibir transferencias. A modo de comparación, el coeficiente de Gini del país más equitativo de la OCDE, la República Eslovaca, fue 0,24.

Los ingresos del 10 % de la población más rica de los colombianos es once veces mayor que la del 10 % más pobre.

En su informe sobre desigualdad en el país, el organismo multilateral indica que el alto nivel de desigualdad en Colombia es una limitación fundamental para el crecimiento económico y el progreso social.

Destaca que existen 'grandes desigualdades' entre diferentes grupos poblacionales. Una mujer en Colombia tiene 1,7 veces más probabilidades de estar desempleada que un hombre.

Explica que las disparidades entre los ingresos en los adultos surgen de las brechas que se abren desde la vida temprana para las oportunidades de alta calidad en desarrollo infantil, educación y servicios de atención médica.

'La desigualdad en el acceso a empleos de calidad amplifica aún más estas brechas, lo que convierte a Colombia en uno de los países donde las desigualdades son más persistentes entre generaciones', señala el Banco Mundial

Detalla que la desigualdad de larga data entre las regiones se superpone con las grandes brechas en el bienestar entre los afrodescendientes e indígenas colombianos y el resto de la población.

Un indígena colombiano recibe en promedio dos años menos de escolaridad que otros colombianos, y un afrocolombiano tiene el doble de probabilidad de vivir en un barrio pobre.

Dos tercios de los hijos de migrantes desde Venezuela no están matriculados en colegio, en comparación con menos de una décima parte de los no migrantes. Sorprendentemente, la desigualdad en Colombia se extiende más allá de los aspectos materiales de los medios de vida. Los colombianos con menos educación, la población rural y los desempleados o pobres tienen muchas menos probabilidades de considerarse felices.

La pandemia por el covid-19 ha amplificado aún más las disparidades existentes y amenaza con tener efectos negativos prolongados; pero este es solo uno de los muchos posibles choques extremos, incluidos los trastornos relacionados con el cambio climático, que podrían ampliar sustancialmente las brechas de desigualdad. Las políticas tributarias y de transferencias actuales, en el mejor de los casos, solo tienen un impacto positivo modesto sobre estos desequilibrios, por lo que es evidente que existe un amplio potencial para mejorar el papel redistributivo de la política fiscal en Colombia.

El Banco establece que las reformas de políticas en muchas áreas podrían ayudar a trazar un futuro más equitativo para el país.